Entrevista
La danza en Mendoza, en sus diversas expresiones, ha tenido históricamente grandes maestras y maestros. (Seguramente muchas de sus historias serán protagonistas en próximas entrevistas). En la misma dirección legendaria, asoman figuras emergentes, integrantes de una nueva generación que, a fuerza de trabajo y convicción, comienzan a escribir su propia historia.
Desde hace 15 años, Vanina Gispert (34) se dedica a la formación de nuevas bailarinas en la provincia. Los papeles y el camino transitado dirán que es Técnica Superior en Danza Clásica y Contemporánea, y Profesora de Danza Clásica. No obstante, detrás de la norma cultural, sobrevive una apasionada mujer enamorada de su profesión. Al menos eso es lo que deja traslucir su determinación durante la charla que mantuvimos para Diario Mendoza.
—¿Cuál es el origen de tu camino?
—Comencé a bailar desde muy chiquita, es algo que me habita desde que nací. El día que le dije a mi mamá que quería bailar ni siquiera sé de dónde lo saqué. A medida que pasaban los años empecé a sentir que había nacido para esto. Sentía algo especial por estar dirigiendo, transmitiendo lo que iba pasando dentro de mí. 
—¿Cómo fue tu etapa formativa?
—Estudié con Marta Lértora, lo más importante lo aprendí ahí. Hice también el terciario de Fundación por el Arte, que en ese momento era la única posibilidad de un título de esas características en Mendoza. Después a nivel técnico y de ballet, depende de hasta dónde una quiera formarse y capacitarse. Con Marta aprendí el valor de la exigencia del esfuerzo de todo lo que se necesita para llegar a ser una buena Maestra. Para mi ella es un gran ejemplo.
—Luego vino el estudio propio…
—Sí, comencé en casa de mi abuela con 14 alumnas y 4 años después encontré este lugar que parecía hecho a la medida de mi proyecto. Siempre fue un instituto de Danza Clásica, este año hice una reestructuración y abrí una sección en la que he integrado otros tipos de danzas. Convoqué a los mejores profesores de cada disciplina para poder mantener el nivel de excelencia que a mí me gusta. Se puede practicar y aprender hip hop, street jazz, folclore contemporáneo y jazz contemporáneo. La diferencia es que las chicas de la escuela de ballet tienen su carrera, rinden luego de 14 años y alcanzan sus títulos tal como lo hice yo. Lidia Segni es quien viene a tomar los exámenes y, por supuesto, ella es una persona más que calificada e idónea para poder firmar esos certificados y títulos. 
—¿Y además le diste forma a una compañía?
—El grupo avanzado es un ballet. Con la corta edad que ellas tienen son chicas entre 15 y 18 años hemos llegado a hacer grandes producciones de ballet estos años. Ese es mi ballet, son con quienes vamos a participar de producciones a las que somos invitadas o de organización propia. El año pasado creé, con esas mismas chicas, una compañía llamada Innova, que no es de ballet, sino de jazz contemporáneo. Es una búsqueda más moderna, para poder abrirles otras puertas a las chicas y a mí también en materia laboral. Siempre son bailarinas formadas por mí. Eso no significa que no pueda llegar alguien con otra formación a integrarse, siempre que pase los requerimientos de una audición.
Con la compañía tengo otro proyecto. Siempre sueño en grande, no importa después hasta dónde llegue, Queremos hacer obras, viajar. Es amplio a lo que aspiro
—¿Antes de la profesora hubo una bailarina?
—Siempre el tuve el sueño que tenemos todas, ser bailarina, llegar al Colón y la verdad es que mis papás me apoyaron para que me fuera a Buenos Aires. Estuve un tiempo allá, y me di cuenta de que no era lo que realmente quería. La vida que me ofrecía la danza clásica a nivel bailarina no era para mí. De todos modos, debo decirte que estoy súper feliz de mi trayectoria como bailarina en Mendoza, porque en muchas de las grandes obras que se hicieron en la provincia hice papeles de solista, cuerpo de baile,11 años de vendimias, etcétera.
—¿Y luego la docente le fue ganando espacio a la bailarina?
—Sí, totalmente. De todos modos, siempre tuve indicios (ríe) cuando era chica, me juntaba con mis compañeritas del barrio, les armaba coreografías, hacíamos pequeños eventos, y yo jugaba a que las dirigía. Siento que siempre lo tuve adentro, las ganas de dirigir. Es algo que tengo en mí desde que nací. 
—¿Qué te caracteriza con docente?
—Soy una persona que busca la superación. Siempre aspiro a más, no por ambición, sino porque apunto al crecimiento sostenido. Esa es mi pasión.
—¿Y se puede transmitir esa pasión?
—La pasión se trae. Pero he visto a lo largo de estos 15 años, nenas que no tenían mucha seguridad en lo que estaban haciendo y cómo lograron despertar algo. No sé si puedo trasladar mi pasión, pero sí te puedo transmitir lo que significa. Creo que consiste en hacer amar la danza. Cualquier persona que ame bailar, puede bailar. No importa el cuerpo, la edad… quizás no te vas a poder dedicar profesionalmente. Para entrar al Coló tenés que pasar pruebas, filtros, etcétera, que tienen sus exigencias. Pero amar la danza es otra cosa. 
—¿Cuál es tu propósito en todo esto?
—Dejar huellas en todas las personas que pasen por mi instituto. Huellas en la formación, pero no sólo a nivel técnico, sino también a nivel de los valores que yo sé que puedo transmitirles a mis alumnas. Me gustaría ser destacada por transmitir la pasión, la felicidad, el amor por la danza, y a la vez enseñar las técnicas correctamente. Me gusta soñar en grande, me cuesta poner los pies en la tierra. Cuando se presentan proyectos, siempre mi mente vuela lejos, a veces se pueden concretar, otras no, pero esa mirada me sirve cómo ver más allá, porque eso mantiene encendida mi motivación.
Mi propósito es ir a más en lo que hago, a lo más prolijo, a lo más organizado, lo más serio
—¿Qué es lo que te motiva?
—Pienso que es la pasión la que me mueve a hacer todo lo que hago. A querer siempre estar al día, capacitada, con la intención de cumplir las expectativas con las que las nenas vienen al estudio. Con los papás que depositan la confianza en mí. Siento que debo estar a la altura de eso. Ese amor por lo que hago es lo que me ha llevado a estar en el lugar en donde estoy, no voy a definir cuál es ese lugar, pero sí sé que es un lugar en el que me siento feliz y realizada. 
—¿Cuál es tu filosofía de trabajo?
—Por norma, cuando tengo una alumna nueva, lo primero que me ocupa es inculcar la responsabilidad. Cumplir y serle fiel a lo que has elegido transitar, pero no cumplir por obligación o expectativas externas. Mi filosofía es esa, para mí la danza es un estilo de vida. Para poder dedicarte a esto tenes que poder renunciar a modos y formas de la cultura convencional. Desde hace 15 años me dedico a la formación, y creo que más que formar bailarinas, formo artistas completas. No me dedico solamente a enseñarles pasos de danza, sino también el valor que tiene elegir un estilo de vida.
La docencia para mí no es solamente transmitir lo que uno sabe, sino lo que uno siente
—¿Y esa filosofía que tipo de relación teje con tus alumnas?
—Siento que logro con mis alumnas tener una relación muy cercana y que ellas saben distinguir el momento en que podemos estar a la misma altura. El momento en el que yo soy la maestra y hay que respetar esa distancia. Ese equilibrio ha generado un muy buen ambiente de trabajo y compañerismo que hay entre alumnas y eso después se puede ver claramente arriba del escenario. 
—¿Sueños, metas, objetivos?
—Me encantaría un día haber creado el ballet provincial, que permita que todas estas generaciones de bailarines que terminan no bailando más, puedan tener su lugar su espacio, su trabajo. Creo que antes se hacían muchas más producciones que ahora. Yo bailé en muchas y siento que como bailarina en Mendoza llegué a mi techo y también siento que mis alumnas, no. Me da pena decir para qué tanto trabajo, si después no puedo o la provincia no puede ofrecerles algo más. También tengo el sueño de tener mi propio estudio, el actual es alquilado, y crear una institución que pueda dar títulos oficiales. 
—¿Sentís que el crecimiento comienza a evidenciarse?
—Hace unos años me preguntaba a dónde termina todo esto, cómo hacer para que se pudiera visibilizar toda la labor y no solamente mía, sino de esas alumnas estudiantes de tantos años de trabajo y perseverancia. Cómo mostrarlo. Y creo que con el paso de los años he podido abrirme un poco más al mundo de la danza, que la gente conozca más mi trabajo, y han empezado también a surgir oportunidades en las que yo puedo mostrar todo ese trabajo de tantos años.
—Esta entrevista es el reflejo de que algo estás haciendo bien…
—Lo sé, y me encantaría que este tipo de notas sirvan para evidenciar que hay una nueva generación que viene con muchas ganas de hacer cosas, que se sepa que acá estamos. Tenemos las ganas, la preparación, falta el apoyo. Ojalá se puedan abrir más puertas, en Godoy cruz lo he logrado. Y no te hablo sólo para mí como maestra, sino para toda una generación de bailarinas y bailarines de muchos estudios de calidad que hay en Mendoza.
