Un bar automático en plena ciudad
Atilio Ronchietto, italiano de nacimiento, llega a Mendoza a comienzos de la década de 1930. Procedente de Estados Unidos, ve en nuestra ciudad un gran potencial para instalar un negocio con lo más novedoso de la tecnología gastronómica que había conocido en el país del norte.
Es así que en 1931 abre sus puertas el Bar Automático Buenos Aires, en San Martín 1556 de Ciudad, entre Las Heras y General Paz, casi en la desembocadura de Entre Ríos.
La principal característica del negocio eran sus máquinas expendedoras. A cambio de monedas se podía obtener un café, un refresco, un sándwich o un lunch caliente, todo de manera automática. Una novedad que causó furor en la época.
Los productos se podían llevar o consumir en el mismo local. Para ello contaba con una barra central o si o preferías, unos compartimentos privados. Hoy es una costumbre de los jóvenes consumir de esta manera en kioscos y minimarkets. En aquel entonces, hace casi un siglo, fue un verdadero suceso.
El éxito fue instantáneo. Los mendocinos, sorprendidos, abarrotaban el local. Cuentan que al final de la jornada la cantidad de monedas era tal que no podían contarlas sino que se pesaban por bolsas.
Y en la siguiente imagen vemos a Atilio Ronchietto junto a su esposa en uno de los compartimentos con los que contaba el local. El éxito económico que le reportó el Bar automático le permitió dedicarse a su verdadera pasión: el cine.
A mediados de la década de 1930, Ronchietto fundó el primer estudio cinematográfico moderno en la Ciudad, en la calle Chile. Allí se dedicó fundamentalmente a producir comerciales –que en esa época se veían en las salas de cine antes de la proyección de las películas- y documentales. Entre estos últimos tiene un verdadero hito en la historia audiovisual de Mendoza: la filmación del primer Carrusel vendimial en 1936.
Y esto es todo por hoy. Hasta nuestro próximo encuentro en el que daremos un paso atrás en el tiempo, recuperando nuestro pasado en imágenes.