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Cannes 2022

Dudas y certezas que dejaron el festival y el Marché du Film para el futuro del cine

Cannes es el último gran estandarte en la defensa del cine en el cine, en una batalla desigual contra el poder de las plataformas, quienes se beneficiaron por el largo confinamiento de la pandemia. Por suerte, la gente está volviendo a las salas al punto que “Top Gun: Maverick” acaba de batir el récord histórico de taquilla para el fin de semana largo del Memorial Day en los Estados Unidos.

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En 2019 todo parecía promisorio para el negocio del cine. Aquel año había cerrado con un récord histórico a nivel global de 42.500 millones de dólares de ingresos solo en concepto de entradas (se sabe que las salas ganan mucho más con la venta de comida y bebida). Hasta que en marzo de 2020 ese presente se derrumbó con la pandemia y luego se vivieron dos años demoledores para un sector que necesita de la presencialidad, la masividad y un buen humor social que apuntale el consumo. Dos años en los que, además, el streaming se benefició del largo confinamiento hogareño y ganó mucho poder para imponer condiciones.

Ese preámbulo es necesario para entender lo que significaron el 75º Festival de Cannes y el Marché du Film (el mercado más grande del mundo que se realiza de forma paralela) con su regreso a algo muy parecido a la normalidad.

Tras la cancelación de la edición de 2020 y una muy límitada experiencia híbrida en 2021, buena parte del universo del cine (compradores y vendedores, funcionarios, agentes, programadores, periodistas) se reencontró en ese paradisíaco enclave de la Costa Azul francesa. Salvo algunos profesionales chinos (por las restricciones que aún imperan allí para los viajes) y rusos (por la guerra en Ucrania), casi nadie faltó a la cita.

Y con los 30.000 visitantes (12.500 acreditados al Marché) volvieron también las fiestas, los cócteles en lujosos yates y múltiples actividades presenciales (entrevistas públicas, mesas redondas, desayunos de trabajo, sesiones de pitching, seminarios, paneles), aunque en algunos casos se pudieron seguir también de forma virtual.

 

El March du Film es el mator mercado flmico del mundo y se realiza de forma paralela al Festival Foto Festival de Cannes
El Marché du Film es el mator mercado fílmico del mundo y se realiza de forma paralela al Festival. (Foto: Festival de Cannes).

Más allá de la lista de negocios concretados (que fueron muchos), lo que Cannes y su Marché marcan cada año son el pulso de la actividad, las tendencias dominantes y, en ese sentido, puede decirse que el balance fue de “moderado optimismo” (el concepto más escuchado en el ámbito del Palais des Festivals y los stands aledaños).

La gente está volviendo a las salas (“Top Gun: Maverick” acaba de batir el récord histórico de taquilla para el fin de semana largo del Memorial Day en los Estados Unidos), los “jugadores” tradicionales se están recuperando, aunque todavía hay que seguir subiendo la cuesta para llegar (volver) a la cima.

Pero hay algo que cambió (quizás para siempre) en el negocio del cine: hoy quienes tienen las billeteras cargadas, los que eligen primero, los que marcan la cancha, son las plataformas de streaming: Netflix puede desembolsar más de 50 millones de dólares por los derechos mundiales de “Pain Hustlers”, película de David Yates protagonizada por Emily Blunt, y ninguna compañía de la vieja guardia puede hacerle frente. Lo mismo ocurre cuando Apple TV+ pone sobre la mesa el cheque necesario para quedarse, por ejemplo, con “Fingernails”, película con Jessie Buckley y Riz Ahmed. Los demás saludan y dan media vuelta.

Y algo parecido pasa en el segmento del cine de autor: MUBI se están quedando con los derechos de películas como “Aftersun”, de Charlotte Wells; o incluso títulos premiados en la Competencia Oficial como “Holy Spider”, de Ali Abbasi; y “Close”, de Lukas Dhont, que hasta hace un par de años hubieran sido comprados por distribuidores locales. Ganan los suscriptores de esa prestigiosa plataforma de streaming, pero pierden los cinéfilos que se verán impedidos de verlos en salas comerciales.

Lo sintomático, paradójico y a esta altura contradictorio es que Cannes se sigue posicionando como el último gran estandarte en la defensa del cine en el cine (la experiencia de ver sus películas en inmensos y repletos auditorios con la mejor calidad de imagen y sonido sigue siendo insuperable), pero su Marché está cada vez más dominado por los streamers. De hecho, Cannes y Netflix mantienen una larga disputa por la que las producciones de la N roja no se exhiben en el festival francés (sí lo hacen luego en Venecia, Toronto o San Sebastián), pero Netflix desembarca con un ejército de ejecutivos para ver y eventualmente comprar todo lo que pueda.

 

El director cataln Albert Serra Foto Festival de Cannes
El director catalán Albert Serra. (Foto: Festival de Cannes).

Sin embargo, los exhibidores (dueños de las cadenas de cine), los viejos compradores de películas y muchos directores no están dispuestos a bajar la guardia ni a darse por vencidos. En un festival con tantos matices y contrastes como Cannes terminaron defendiendo prácticamente los mismos conceptos una estrella de Hollywood como Tom Cruise y uno de los directores más vanguardistas y provocadores como el español Albert Serra, quien indicó al diario Ara: “Cruise dijo el otro día que no estrenaría nunca en una plataforma. Pues yo, por motivos diferentes a los de él, pero extrañamente similares, pienso lo mismo. Las películas se tienen que ver en pantalla grande. Los mil detalles de la imagen, la ambigüedad de los rostros y las miradas, la superposición de texturas morales... Esto no se puede percibir de ninguna otra manera. Cruise tiene esta chorrada de la cienciología, pero la charla fue buenísima, está obsesionado por la técnica y por el respeto al espectador, en el sentido de darle un espectáculo de la máxima calidad. En otro orden, yo hago lo mismo. La única diferencia es que yo quiero crear al espectador dudas y sensaciones desagradables, y él le ofrece una visión un poco naif y facilona, pero que mejora a la persona y al mundo. Cruise tiene la mirada americana y canónica, y yo la europea y autocrítica; son tradiciones diferentes, pero la ética es idéntica: ofrecerle lo mejor al espectador”.

Cannes, que por un lado es símbolo de excelencia, glamour y esnobismo aristocrático, también tiene una zona esencialmente democrática que consiste en darle un espacio privilegiado a una megaestrella como Cruise y su desfile de aviones, pero también un lugar destacado nada menos que en la Competencia Oficial por la Palma de Oro a un realizador catalán que, como Serra, filmó la audaz “Pacifiction” en la Polinesia francesa. Las antípodas temáticas, estéticas, geográficas y comerciales unidas en este caso en la firme defensa de la experiencia del cine en las salas.

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