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EDUARDO HOFFMANN

El artista de las 7.000 obras que expone en la India y pinta al actor Al Pacino.

"Yo no pienso en mi fecha de vencimiento pero sí creo que la pintura es una estaca en el almanaque", dice Eduardo Hoffman (1957), durante una recorrida por su flamante exposición.

arte

El artista mendocino Eduardo Hoffmann, que a lo largo de su carrera lleva realizadas más de 7.000 obras, inauguró la exposición "Laca de granza" en el Paseo de las Artes Duhau, un conjunto de pinturas que van de 2019 a la actualidad, algunas previas a la pandemia y otras posteriores, entre lo abstracto a lo figurativo, destacadas por la variedad de la paleta cromática y realizadas sobre una tela especial que se utiliza en navegación y que extiende la duración de las mismas.

"Ya son más de siete mil las pinturas que hice. ¿Sabés cuántas obras hizo Picasso a lo largo de su vida? 80.000. Cuando estudié con Julio Le Parc en París me decía que hay que ponerse cierta presión, hay que tener deadlines, para extender la línea de la muerte. Yo no pienso en mi fecha de vencimiento pero sí creo que la pintura es una estaca en el almanaque", dice Eduardo Hoffman (1957), durante una recorrida por su flamante exposición.

En el subsuelo del Palacio Duhau, en el bautizado Paseo de las Artes (Posadas 1350) ya se puede visitar con entrada gratuita, todos los días, las 24 horas, este conjunto de pinturas coloridas, de diversos tamaños, aunque destacan las de mayor amplitud, realizadas sobre Mylar (se pronuncia mailar), una tela que se usa en las velas de navegación, de gran resistencia, donde el artista plasma cuerpos de mujeres  pero también formas abstractas que evidencian salpicaduras, pinceladas, texturas.

La muestra lleva el título de la "laca de granza", un color natural que se obtiene de la raíz de la rubia tinctorum, que se utiliza desde el antiguo Egipto y que ostenta el color más parecido a la sangre: "se suscita el pulsar de la vida", acota el artista y agrega que "la muestra es en definitiva un homenaje al color, que apareció en mi vida hace más de 40 años, cuando no pude seguir jugando al rugby", relata sobre el día que, a los 14 años, le descubrieron una enfermedad congénita que le impidió seguir con ese deporte. Comenzó dibujando, una actividad que fue creciendo y que hoy se extiende a ua paleta donde también destacan los amarillos, magentas, celestes, naranjas, violetas, dorados y tantos otros presentes en la sala expositiva. Cuenta Hoffmann que el impresionista francés Claude Monet, por ejemplo, confesaba usar en su paleta en esencia solo seis colores incluyendo laca de granza.

Hoffmann está convencido de que es mejor firmar las obras en el reverso y no en el frente, un anonimato que las "hace más accesibles" al público, algo en sintonía con la decisión de no dar título a sus obras , solo numerarlas (en el Paseo se exhiben ahora por ejemplo la 4.529 o la 5.291): "No le pongo título a las obras, las enumero. Desconfío de la palabra escrita en el cuadro. No quiero dirigir ni limitar la mirada del espectador. El título a veces es distractivo".

Para este artista mendocino, "la obra es un acertijo silencioso que calla lo que sabe. Cada uno tiene que descifrarlo con su propio ADN", opina el creador que estudió pintura en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo.

Inquieto por naturaleza, Hoffmann está actualmente realizando un retrato para el actor estadounidense Al Pacino, a quien conoce ya que viaja regularmente a los Ángeles, donde acaba de exponer recientemente, pero además inauguró un mural monumental de 90 metros cuadrados en el lobby de un edificio realizado por el estudio de arquitectura Foster + Partners, en la India, a 40 minutos de Delhi, y durante la pandemia produjo un calendario de mil cuadros, uno por cada día.

Desde el año 1998 que descubrió la tela Mylar que se ha convertido en su soporte favorito, "una tela muy noble, que se usa en las velas de navegación, puede estar expuesta a la luz y no se modifica el color", dice sobre este material cuyos componentes de fabricación otorgan un un brillo especial, muy particular, a la superficie de cada cuadro.

A lo largo de su carrera, Eduardo Hoffman obtuvo el Premio en el Salón Vendimia en su provincia natal (1978), viajó en 1987 a la Bienal de La Habana y ese mismo año a la Bienal de Venecia, obtuvo en 1991 el Premio de la Fundación Fortabat y la Beca Antorchas a Artistas Consagrados.

Participó en las principales ferias y subastas internacionales de arte como FIAC de París, Art Basel en Basilea, Art Chicago,  Art Miami, Documenta Kassel en Alemania, arteBA de Buenos Aires, Beirut Art Fair del Líbano, entre otras.

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