esculturas
El emblemático Museo Emiliano Guiñazú-Casa de Fader es una de las principales instituciones culturales de nuestra provincia, por su historia y por su valiosa colección.
Luego de un largo proceso de reestructuración y puesta en valor que requirió obras de consolidación estructural, restauración de los elementos arquitectónicos históricos y, finalmente, el restauro sobre las pinturas murarias generales y los murales de Fernando Fader, el museo reabrió sus puertas en noviembre de 2019.
En ese contexto, las esculturas en cuestión fueron trasladadas a un depósito subterráneo desde el momento en que comenzaron los trabajos de puesta en valor y restauración general. 
“Trabajamos en la recuperación de estas piezas únicas que constituyen una parte valiosa del acervo del museo y que merecen ser preservadas por su importancia artística y cultural. Estamos comprometidos en poner en valor el patrimonio provincial, dentro del cual el Fader es un verdadero tesoro para Mendoza”, destacó la ministra de Cultura y Turismo, Nora Vicario.
Las obras intervenidas pertenecen al patrimonio del museo, como primeros o segundos premios de adquisición, salones Vendimia, bienales o salones nacionales. Son artistas de renombre y grandes referentes, como Fausto Marañón, Eliana Molinelli, Daniel Ciancio y Selva Vega, entre otros.
Desde el Ministerio de Cultura y Turismo se trabaja en la recuperación de las piezas de arte. En una primera etapa, que consiste en la limpieza y diagnóstico de las obras, se convocó a Patricia Aisum, artista plástica y profesional de extensa trayectoria, con años de experiencia en restauración dentro del Museo Fader.
Cuenta Patricia que comenzó sus actividades en el museo en 2008 como restauradora, en limpieza de frisos, obras de pequeño formato, marcos y todo lo que se le ponía delante.
Su trabajo consiste en la evaluación de las condiciones generales y afectación que hayan producido agentes como la tierra, el smog, los hongos, posibles grietas y fisuras que puedan presentar las esculturas. 
En cuanto al proceso actual, Aisum explica: “El trabajo de limpieza requiere ir cambiando el grano de cepillo. El blando se utiliza para sacar la tierra que está suelta y de acuerdo con la porosidad del material intervenido. Después voy cambiando de grano a uno más durito y siempre con agua, en el caso de la cerámica, ya que el agua cae sin problema, se afloja la tierra y sale, ahí es donde se ven las fisuras, las grietas, las faltantes y manchas que pudo producir el paso del tiempo. Por otro lado, la madera se trabaja en seco y con cepillo blando, para buscar el mismo resultado”.
Estos trabajos están planificados para ser finalizados en un mes, para luego comenzar una segunda etapa de restauración con las obras que requieran distinto grado de intervención. Mientras tanto, las piezas que pasaron por su proceso de limpieza se van ubicando nuevamente en la galería de exhibición.
