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Dominio Público

¿Las obras de qué escritores quedan libres de derechos en 2023?

El premio Nobel de Literatura noruego Knut Hamsun, el argentino Macedonio Fernández y del poeta francés Paul Éluard, entre otros, entraron en dominio público a partir de ayer

dominio publico

El paso del tiempo también trae beneficios. Desde el 1º de enero, obras de destacados autores que fallecieron en 1952 pasaron a dominio público. En la Argentina las obras entran en dominio público 70 años después de la muerte de sus autores. No obstante, cuando expira el derecho de autor, en el país se activa el dominio público pagante (DPP), un ingenioso gravamen que el Estado cobra a las editoriales para destinar al Fondo Nacional de las Artes (FNA), que utiliza ese dinero en becas y premios. Se paga un porcentaje diferente según se trate de un libro para chicos o si el título es de un autor nacional o extranjero.

El poeta francés Paul Éluard murió en 1952
El poeta francés Paul Éluard murió en 1952. Archivo - LA NACION

El DPP es un impuesto made in Argentina que se debe pagar por el uso de la obra de un autor nacional o extranjero que ha fallecido hace más de 70 años. La ley contempla plazos especiales, como el de la obra cinematográfica, fotográfica, entre otros, y también si el país donde se publicó la obra original adhirió o no la Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas (Estados Unidos, por ejemplo, no lo firmó).

Entre los autores hay poetas, narradores, filósofos e incluso un Premio Nobel de Literatura: el noruego Knut Hamsun, que recibió el máximo galardón de las letras universales por novelas como Hambre, Pan, Victoria y La bendición de la tierra. En 1943 Hamsun le envió su medalla del Nobel a Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945, con la intención de congraciarse con los líderes del nazismo, y se entrevistó con Adolf Hitler, al que le pidió la liberación de varios ciudadanos noruegos. Luego de la Segunda Guerra Mundial, fue repudiado en Noruega y debió internarse en un hospital psiquiátrico.

La obra del escritor, maestro oral y filósofo criollo Macedonio Fernández -admirado y emulado por Jorge Luis Borges- podrá reeditarse, previo depósito en el FNA, igual que la de la narradora, poeta, ensayista y periodista Delfina Bunge, que fue la pareja de otro autor, Manuel Gálvez. Bunge tradujo del francés a Guillaume Apollinaire, Georges Duhamel y Henri Michaux.

También entra en dominio público la obra del poeta francés Paul Éluard que, a diferencia de Hamsun, participó en la resistencia contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Éluard fue una figura clave de las vanguardias en las primeras décadas del siglo pasado -el dadaísmo y el surrealismo- y, como integrante del Partido Comunista, también un representante de la poesía de compromiso social y político. La obra de Éluard -que fue amigo de artistas como Salvador Dalí, André Breton, Pablo Picasso y Louis Aragon- fue traducida en la Argentina por autores como Rafael Alberti y María Teresa de León, Rodolfo Alonso, Raúl Gustavo Aguirre, Sara Cohen, Jorge Fondebrider, Eduardo Mileo, César Fernández Moreno, Susana Murguía y Aldo Pellegrini, entre muchos otros. Sus poemas de amor figuran entre los mejores de la literatura universal.

En España las obras se liberan de derechos a los ochenta años de la muerte de los autores. La Biblioteca Nacional de España dio a conocer un listado de 177 escritores, periodistas y artistas en el que destaca el nombre del poeta, dramaturgo y apasionado de la lectura Miguel Hernández, y que escribió su último poemario en una cárcel franquista, en trozos de papel higiénico. Si bien México acaba de extender de 70 a 80 años el plazo para los autores fallecidos en la década de 1980, se podrán difundir las obras del mexicano Mariano Azuela (como La casa, La malhora y Los de abajo).

Otros destacados autores fallecidos en 1952 son el filósofo italiano Benedetto Croce (cuyas ideas sobre estética fueron muy criticadas durante gran parte del siglo XX aunque en la actualidad han vuelto apenas enmascaradas), el filósofo estadounidense John Dewey (clave para aquellos interesados en cuestiones de educación, arte y democracia), el escritor y artista italiano Alberto Savinio (hermano del artista Giorgio de Chirico) y el gran filólogo, lingüista y crítico literario español nacionalizado argentino Amado Alonso (el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas de la Universidad de Buenos Aires lleva su nombre).

Hay que sumar los nombres de la filósofa rusa Aleksandra Kollontai (Ediciones IPS adelantó que publicará ensayos de esta teórica feminista en la compilación Mujeres, revolución y socialismo. Escritos de marxismo y feminismo) y del filósofo, teórico y poeta español George Santayana que, al haber crecido en Estados Unidos y al haber escrito toda su obra en inglés, se lo considera un autor estadounidense, muy influyente en el siglo pasado (dio clases en la Universidad de Harvard y, en 1936, fue tapa de la revista Time).

En Estados Unidos, las tres últimas novelas de Sherlock Holmes, incluida El archivo de Sherlock Holmes, de sir Arthur Conan Doyle, pasan a dominio público este año. Desde 2014, los herederos del legado de Conan Doyle y la justicia estadounidense mantuvieron una disputa legal (que afectó la producción de la película Enola Holmes). Lo mismo ocurre con Al faro, la novela de Virginia Woolf. Seguramente, los guionistas de la industria audiovisual de ese país ya afinan el lápiz

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