Tanto la moda como la política comparten objetivos estéticos y armónicos, pero también funcionan como herramientas para conectar con las personas. La moda, con su base en el sentido de pertenencia y la identificación con estilos, se convierte en una expresión de aprobación, deseo de destacar y ser observados. Como afirmaba Umberto Eco, la moda es semiótica, y la relación entre moda y política, a pesar de las sombras de la vanidad y las controversias, cada vez es más ventajosa para quienes la descifran.
En una era en la que la imagen se ha convertido en uno de los principales activos políticos y comerciales para marcas e individuos, la apariencia no se limita a desempeñar un papel secundario. Por el contrario, cada vez es más evidente cómo la elección de la vestimenta influye en la construcción de la imagen pública de una figura, desempeñando un papel significativo en el lenguaje no verbal que puede tener un impacto igual o mayor que los discursos y otras estrategias de marketing o comunicación política.
La política, al igual que la moda, busca conquistar y convencer, pero también implica la organización y la negociación de temas que afectan a las personas. La capacidad de negociación compartida entre ambos mundos es evidente, y la política puede ser una herramienta fundamental para mejorar el sistema de moda actual. La despolitización de la moda, resulta en la vulneración de derechos, desde los trabajadores textiles hasta la falta de representación de los cuerpos.
Al abordar estos temas, se está politizando la moda y, al mismo tiempo, se destaca la necesidad de políticas públicas. Alexandria Ocasio-Cortez, activista y política demócrata, visibilizó este enfoue en la Met Gala de Nueva York en 2021 con un vestido que llevaba el mensaje 'Tax the rich' (que los ricos paguen impuestos), lo cual debe entenderse como parte de la dinámica de la comunicación política en la que la moda tiene un papel creciente.
Anna Wintour, el mas importante icono de la industria actual, ha convertido Vogue y la moda en un espacio clave para la política estadounidense. El uso simbólico de colores y la influencia de la moda e industria textil en el desarrollo del feminismo ejemplifican la resignificación del estilo en contextos políticos y públicos.
La relación problemática entre el consumo de moda y su uso político presenta desafíos para las políticas, siendo la crítica fundamental el derroche económico y la frivolidad asociada.