ASESINATO SIN RESPUESTAS
El caso de Silvia Zulema Chávez, la jubilada de 72 años que desapareció misteriosamente tras un confuso hecho con su inquilino en San Rafael, parece no avanzar demasiado. Recientemente, descartaron que los restos óseos encontrados en un basural de ese departamento sean de la enfermera.
En diciembre pasado, una persona denunció que había encontrado un cráneo y otros restos de un cuerpo en un basural ubicado en la calle Tulio Angrimán. La fiscal Paula Arana lidera la investigación que está caratulada como “homicidio simple y hurto agravado”, ya que antes había sido considerada judicialmente como un femicidio.
Esas muestras fueron analizadas primero en Mendoza. Sin embargo, ante la imposibilidad de realizar un análisis comparativo de ADN por el estado en que se encontraban los restos, la prueba se repitió en Córdoba en los laboratorios del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El resultado fue negativo.
Ahora, una nueva pericia podría ayudar a que el caso avance. Se trata del análisis del contenido de los teléfonos que les secuestraron a los imputados que ya han sido abiertos.
Principales sospechosos
La desaparición de Chávez tiene dos sospechosos imputados: Mauricio Albornoz, el hombre que le alquiló un departamento interno a la víctima previo a su muerte, y su pareja, Carina Domínguez (sólo por hurto). Pero ambos se encuentran en libertad, porque un juez determinó que no es procedente el dictado de prisión preventiva.
Un caso extraño
La Fiscalía de San Rafael comenzó a investigar 104 días después de que la enfermera desapareciera. El 1 de noviembre de 2022, la excuñada de Chávez se presentó en una comisaría para conocer alguna novedad de la investigación. Entonces, cuando se buscó el expediente, encontraron que nadie había hecho una denuncia por su desaparición.
Rápidamente, se abrió una investigación, se estableció el día y la hora en que la mujer dio una última señal de vida. Según los registros de una compañía telefónica, el teléfono de Chávez se apagó el 21 de julio pasado a las 17.
La última vez que usó el celular fue el 20 de julio, cuando habló con la abogada que llevaba adelante el desalojo del departamento que tenía al fondo de su casa, el cual era habitado en ese entonces por Albornoz y su mujer. El día anterior, la pareja hizo una fiesta por el Día del Amigo y la dueña de casa le contó que fue muy ruidosa.
Aún así, la abogada logró acordar con la pareja que, si se iban, les devolvería el dinero del alquiler previo entrega de la llave. Todos estuvieron de acuerdo, pero Albornoz nunca fue a buscar la plata ni a dejar la llave. Cuando la Policía allanó la casa de Albornoz encontraron unas ventanas que eran propiedad de la enfermera y por eso, al homicidio se le sumó la imputación de hurto.
Albornoz tiene antecedentes por un caso similar. En una ocasión golpeó a una persona que le alquiló una casa, luego de mantener una discusión por ruidos molestos.
Una escena del crimen “arrasada”
Otra de las complicaciones con la que encontraron los investigadores es que “la hermana se enteró de la desaparición de la enfermera, tomó la casa y arrasó con la escena del crimen”.
La mujer se enteró por su hijo que Chávez había desaparecido, por lo que unos días después tomó posesión de la vivienda y limpió unas manchas de sangre que había en el living. Luego, al declarar, confesó que nunca pensó que habían matado a su hermana.
Las pruebas realizadas por los técnicos de Policía Científica con Luminol demostraron que, en efecto, en el piso había manchas de sangre que fueron limpiadas.
De esta manera, la mujer quedó bajo sospecha, pero luego se despegó del asunto al mostrar 38 videos que realizó en la casa para registrar cómo estaba en ese momento. En uno de los videos se ve que el piso ya estaba limpio. En otro se ve un paquete de cigarrillos que podría haber sido una prueba de interés. Y en un tercero, la puerta del fondo estaba bloqueada por un mueble.
Según declaró la abogada de Chávez, fue la recomendación que le dio a su clienta para evitar que Albornoz entrara en su casa, el cual ya había ocurrido.
