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El reloj, un accesorio arraigado en la cultura contemporánea, sigue siendo popular entre muchas personas. Aunque la mayoría pueda consultar la hora fácilmente a través de sus dispositivos móviles, el uso del reloj persiste como una práctica arraigada. ¿Por qué, entonces, es común llevarlo en la mano izquierda?
Si bien no existe una regla estricta al respecto, la tendencia generalizada se remonta a cientos de años atrás y se atribuye a consideraciones prácticas. El origen del reloj moderno se remonta a 1812, gracias a Abraham Louis Breguet, y desde entonces ha experimentado diversas transformaciones. 
El hecho de que la mayoría de la población mundial (un 88%) sea diestra influye significativamente en esta práctica. Por lo tanto, colocar el reloj en la mano izquierda, opuesta a la dominante, se vuelve una elección práctica y lógica. La razón es sencilla: al realizar tareas cotidianas como escribir, la correa del reloj en la mano dominante podría resultar incómoda e incluso obstaculizar el movimiento. 
La mano derecha, utilizada por la mayoría para una variedad de actividades, desde escribir hasta manejar objetos y realizar tareas físicas, puede exponer el reloj a posibles daños como rayaduras, golpes o fricciones si se lleva en ella. Esta práctica se hace más evidente al considerar que los relojes pulsera antiguos, que requerían ser dados cuerda manualmente, facilitaban esta tarea con la mano derecha. 
