Entrevista
Vilma Rúpolo es una referencia indiscutible del arte, la lucha por los derechos humanos y también -con mayor visibilidad en los últimos tiempos- de los avances de los feminismos, respecto de los roles que genuinamente ha ganado en los diversos espacios del estamento sociocultural. (Desde 2001 hasta el presente se convirtió, por citar un ejemplo, en la mujer que ha dirigido más veces la Fiesta Nacional de la Vendimia en toda su historia).
Vilma fue presa política, secuestrada y torturada por la dictadura cívico militar que azotó a nuestro país, desde 1976 a 1983. Atento a tanta historia, el célebre periodista y escritor mendocino Andrés Cáceres se entregó a la tarea de narrar en un libro de reciente edición la historia de Vilma Rúpolo. Diario Mendoza conversó con el autor, gestor también de diversas piezas literarias en favor de la memoria, para conocer lo que interiormente lo llevó a recorrer este camino. 
—¿Por qué Vilma Rúpolo?
—Se me ocurre que debe haber varias heroínas y héroes en Mendoza que no conocemos. Yo conocí a Vilma. La conocí cuando era una bailarina blanca, haciendo un grand jeté en el Teatro Independencia, en los años '70. Hablábamos de arte, de las críticas artísticas en los diarios de la época. Un día, de repente, ella desapareció. Luego supe que había estado presa, en ese momento me contó algunas cosas y yo le prometí que iba a hacer su biografía. Imagínate que eso fue a finales de los '70. Hace poco, un día dije: bueno, voy a hacer lo que le prometí a Vilma.
—¿Cómo fue el proceso de investigación?
—Quería primordialmente poner la historia en contexto. Yo viví esa época, pero siempre uno olvida cosas, entonces quise recuperar información para crear un muy buen contexto. Me llevó mucho tiempo visitando la Biblioteca San Martín, el archivo de Diario Los Andes, y realmente fue increíble. Algo que me pasó fue que leía las crónicas y me quedaba pegado; en un momento pensé: de este modo nunca voy a terminar. Tomaba nota, hacía un resumen, volvía a escribir… 
—¿Qué es lo que te mueve como escritor para trabajar en un libro como este?
—A mí me mueve escribir contra la injusticia. Muchas veces he escrito sobre eso. La impunidad es una cosa que me vuelve loco. Y en este caso dije, bueno, esto debe servir para los demás que padecieron también, aunque estemos tan alejados de la época. La idea es que se recuerde. A partir de eso, me propuse también que fuese buena literatura y no aferrarme a una biografía, sino darle un enfoque más amplio; de hecho, hay por ejemplo opiniones sobre el arte en general. Por ahí comienza el libro.
—¿Y qué fuiste encontrando en la búsqueda?
—El contexto me volvió loco, más todavía cuando la entrevistaba a ella, como periodista que soy, quería saber quiénes la torturaron, qué le hicieron, cómo fue la tortura. Eso fue terrible, ella lo relataba y yo lloraba. Creo que el libro es más periodístico que una biografía. De todos modos, no me aferré a ningún género, quise hacer algo que quede.
—¿Cómo fue ese tránsito a la par de la protagonista?
—Ella tuvo diversas reacciones. En un momento sintió mucho pudor, se sintió incómoda con la idea de ser una heroína, después de que se lo di para que lo leyera y entendió que era más mi libro que su biografía. Le di la razón, está mi ideología puesta ahí, pero por sobre todo es ella la protagonista.
—¿Se puede disfrutar escribir un libro de estas características?
—Yo lo sufrí mucho. Me llevó más de un año. No alcanzaba con una entrevista. Vilma también tuvo que revisar sus recuerdos. Fueron varios domingos, desde la mañana. Yo volvía, desgrababa, notaba que algo faltaba, volvía a entrevistarla; a eso, agregale horas y horas en los archivos, más la densidad del tema que como te digo me afectaba bastante.
—¿Qué te gustaría que le pase a un hipotético lector o lectora cuando se cruce con el libro?
—Te respondo con una pequeña anécdota. El director de orquesta Luis Gorelik, que está en Buenos Aires, quería leer el libro. Se lo envié por correo y él me respondió con una notita en la que me cuenta que no se emocionó, sino que se conmocionó. Yo me siento recontra pagado con eso, me deja la sensación de que tan mal escrito no está.
—Cumpliste 82 años, y evidentemente estás vigente…
—Hay casos de escritores que han vivido hasta los 100 años y más y han estado muy lúcidos. Me siento físicamente muy bien, lo que más quiero es estar lúcido para que valga la pena.
—¿Estás relacionado con la actualidad de las letras en Mendoza?
—Cuando estaba en el diario (Los Andes), hace años y años, en la década del '70, uno de los jefes vino a decirme por qué le daba tanta manija a la plástica. Le dije mirá te puedo dar veinte nombres de artistas plásticos que podrían estar en los museos más importantes del mundo, en cambio no sabría darte veinte nombres de escritores. Ahora sí. En la década del '80 surgieron escritores jóvenes muy buenos, que por cierto han tenido el problema de todos los escritores, llegar a la edición cuesta muchísimo. Y otra cosa que me ha pasado muchas veces es que se vende y no se lee. He visto gente con mucho gusto comprarme un libro, pero sé que no lo ha leído (ríe).
—¿Cómo continúa el viaje del escritor?
—Estoy escribiendo, a sugerencia de Rubén Valle, una compilación de anécdotas que tengo con escritores y artistas plásticos. Lo que viene es un libro de misceláneas que me tiene ocupado por estos días.
- Vilma Rúpolo, el triunfo de la perseverancia puede conseguirse en librería García Santos (San Martín 921, Ciudad).
