Economía del Decrecimiento
La industria de la moda enfrenta un desafío monumental: el exceso de ropa desechada. Aunque el discurso de la sostenibilidad ha surgido como una solución, parece ser insuficiente. La producción desmedida continúa superando con creces el consumo, lo que perpetúa la crisis.
En lugares como el desierto de Atacama en Chile y la capital de Ghana, Acra, los vertederos de ropa alcanzan cifras alarmantes: se arrojan toneladas de prendas, provocando devastación ambiental y problemas de salud pública. Organizaciones como The Or Foundation luchan por encontrar una segunda vida para estas prendas, pero el problema persiste. 
El ritmo acelerado de la producción de moda es insostenible. Según estimaciones del Wall Street Journal, solo en Estados Unidos se envían un millón de paquetes de ropa al día. A nivel mundial, se producen alrededor de 150 billones de prendas anualmente, lo que equivale a un exceso masivo.
El concepto del decrecimiento económico ha surgido como una alternativa necesaria en un mundo de recursos limitados. Sin embargo, choca directamente con la mentalidad de crecimiento constante en la industria de la moda. La evidencia sugiere que los esfuerzos para reducir el impacto ambiental han fracasado, y la producción sigue aumentando de manera descontrolada. 
Algunas marcas han comenzado a explorar alternativas, frenando el crecimiento y adoptando modelos más lentos pero eficientes. Sin embargo, implementar cambios significativos implica desafíos enormes.
El cambio hacia el decrecimiento no solo depende de las acciones individuales de consumidores y marcas, sino también de políticas gubernamentales y regulaciones. La legislación puede ser un paso en la dirección correcta al hacer que las empresas se responsabilicen de sus excedentes y promuevan prácticas más sostenibles. 
La Unión Europea está trabajando en iniciativas como el Pacto Verde, que busca reducir la huella de carbono y promover la producción de textiles duraderos y reciclables. Sin embargo, aún queda mucho por hacer.
La moda debe enfrentar la realidad de que la sobreproducción es insostenible y tomar medidas significativas para abordar este problema. Solo así podrá construir un futuro más sostenible y ético para la industria.
