Entrevista
Gaspar Gómez, reconocido cineasta local, recorre una nueva aventura fílmica, en este caso con características experimentales. El creador de Road July (2010), la emblemática cinta del Citroën Celeste, y Crudos (2004), da una atrapante definición sobre Las herramientas de la soledad, su tercer largometraje en desarrollo es Verónica, yo y una cámara en el medio. Mientras transita la etapa de postproducción, se dio tiempo para conversar con Diario Mendoza. 
—¿Cómo nace la idea de una película que sólo tiene actriz y director?
—Tiene que ver un poco con asumir algunos riesgos que ya nadie quiere asumir. Se trata, desde lo artístico, de poder filmar sin todo el aparato que significa hacer una película. Porque se da el contrasentido que hoy tenemos tecnología relativamente barata con la que se puede lograr una buena calidad de imagen y sonido para contar historias, pero cuando entras en la lógica industrial, resulta muy difícil poder filmar. Es muy difícil poder hacerlo consiguiendo toda la financiación necesaria. Es un camino muy largo el de hacer cine con esos parámetros. Entonces entretanto, mientras otros proyectos que tengo en desarrollo, siguen buscando esa financiación para poder trabajar una película industrial, decidí experimentar. Escribí una historia que se llama Las herramientas de la soledad, que está pensada para ser filmada con poco, para ser viable. Me propuse seguir esta consigna: ¿Cuál es la película que puedo hacer con el mínimo de recursos? Y la respuesta es: agarrá una cámara y prendela. (risas)
—¿En qué etapa se encuentra?
—Tengo el montaje listo, pero estoy buscando fondos para post producción. Para tener un buen finish (visualidad y sonoridad final) de imagen, de audio, de grabación de la música. Así que estoy enviándola ahora a convocatorias de work in progress (Ndr: una sección de algunos mercados audiovisuales o festivales que permite mostrar producciones sin terminar, en la búsqueda de fondos para su finalización total) de diferentes festivales. Quiero lograr que esta última etapa tenga todo lo que se necesita para alcanzar una calidad técnica inapelable. 
—¿Qué ha sido lo más complejo de un proceso de este estilo?
—Lo más complejo era rodar, que siempre es un cuello de botella. Fueron 12 jornadas intensas, trabajando sólo con Verónica Manzone frente a cámara. Digamos, delante de cámara hay una sola persona en todo el metraje de la película, y fue un desafío lograr que eso tenga sentido, que tenga peso narrativo. Se trata de llevar el concepto de trabajar solo, a todo el proceso. Dura unos 67 minutos
—¿Cuál es el hilo argumental?
—Se trata de una mujer escritora que está en terapia, contando una novela que está escribiendo. Lo que ella va contando lo vamos visualizando, pero cuando habla de sus personajes la vemos a la misma actriz. Entonces un poco de lo que trata es cómo al escribir, ella está poniendo cosas de su propia vida en la historia, y al final de la película entendés por qué está haciendo eso. Qué es lo que le pasó a ella para que esté volcando todo eso en una novela. 
—¿Cuándo se estrena?
—El estreno va a depender de cómo me vaya con los work in progres. Igual no tengo como un súper apuro en eso, quiero tener las condiciones de post producción ideales para que la película después, pueda salir al mundo sin inconvenientes, sea a festivales o plataformas.
—¿Road July te dejó la vara muy alta en términos de propuesta de producción?
—En realidad no. Claro que me hubiese gustado volver a filmar con esa misma vara. Lo que pasa es que después de July, tuve toda la etapa de Acequia, (fue uno de los planificadores del canal estatal Acequia) un tiempo dedicado a hacer televisión. Pero desde el 2015 para acá no he encontrado la manera de hace una película industrial de nuevo. 
—¿Por algo en especial?
—Porque no se ha dado. Porque no he encontrado los productores ideales. O por la vida misma, no lo sé. Entonces entre tanto desarrollo de proyectos y tanto esperar, también está bueno salir de la zona de confort y pensar que, no se puede esperar a tener todas las comodidades para poder hacer una película. Fue como cambiar el eje, que lo importante sea contar una historia. Si tengo una cámara en un bolso y tengo una buena actriz y tengo un texto que se la banca ¿Cómo no voy a poder hacer una película?
—Se advierte en tu búsqueda una ruptura del sistema…
—Claro. Es como invertir una lógica instalada: para hacer una película necesitas 100 millones. Pero… ¿por qué? ¿Y si grabo con esta cámara? ¿No puedo lograr una película?. Reconozco que es dificilísimo, no sé si lo haga de vuelta (risas) asumir todos los roles técnicos es delirante. 
—¿Cuál es el plan de distribución?
—Hacer circuitos de festivales. Pretendo hacer los work in progress y luego volver al circuito de festivales con el objetivo de hacer funciones.
—¿Y qué expectativas internas te despierta esta nueva mirada?
—Las herramientas de la soledad, es un proyecto experimental, y como proyecto experimental tiene otras características en el modo de producción, pero no por eso no deja de ser una película. Cuando te sentés frente a la pantalla, vas a ver una película. No es que: “ah porque la hizo solo falta tal cosa” o que faltan planos porque no había tal o cual técnico, no, eso no pasa. En este proyecto lo que hice fue concentrarme en que lo mejor que puede hacer una película es contarte una buena historia, en este caso a través de una buena actriz. Y todos los problemas que siempre hay detrás de cámara, para poder filmar o resolver la técnica, me interesaba que empezaran a quedar en segundo plano.
—¿Tuviste algún tipo de apoyo o aporte?
—Tuve apoyo de dos productoras amigas, que suman con equipamiento y ese tipo de cosas, que son Buda Casa Productora y Friki Estudio, más la Escuela regional de Cine y Video de Mendoza, que también me dio el apoyo con algunos equipos que me hacían falta. Pero es una película muy simple, por lo que no he necesitado salir a buscar financiación para hacerla. Es Verónica, yo y una cámara en el medio. 
—¿En qué estuviste trabajando entre Road July (2010), y Las herramientas de la soledad (2023)?
—Soy capacitador para Gleyzer que es uno de los concursos grandes del Incaa (Instituto Nacional de Artes Audiovisuales). He seguido sin interrupción dando clases en la escuela de cine y también he estado trabajando en otras áreas, en publicidad, como asistente de dirección o en producción. El año pasado hice la jefatura de locaciones de la nueva película de Matías Rojo,. He estado ahí, entre lo técnico, la dirección, producción y los proyectos propios, más la docencia.
Me propuse seguir esta consigna: ¿cuál es la película que puedo hacer con el mínimo de recursos? Y la respuesta es: agarrá una cámara y prendela
—En 2021 dirigiste uno de los cortos de la Vendimia Audiovisual.
—Sí… claro
—¿Cómo fue la experiencia?
—Estuvo buenísimo. Todo ese aparato gigante que tiene vendimia al servicio de un corto, para mí eso estuvo muy bien. Salió rápido por el contexto de pandemia, se tomaron todas las decisiones demasiado rápido, pero poder dirigir un cortometraje con toda la técnica necesaria y con 50 personas delante de cámara fue buenísimo. 
—Mientras no estás filmando, ¿estás escribiendo?
—Siempre estoy escribiendo. Es una constante. Son guiones que, en algunos casos, pretendo que sean películas, otros que van quedando en el camino. No sólo escribo porque voy a hacer “esto”. Escribir es para mí un ejercicio. Y trato de mejorar constantemente como guionista sin que sea necesariamente para una fecha determinada.
—¿Cómo ves todo lo que está pasando en materia audiovisual en Mendoza?
—Está buenísimo. Nosotros lo empujamos mucho tiempo desde distintas asociaciones. Siempre tratando de que haya una política de Estado, que sea de incentivo para las producciones. Y en verdad no estábamos equivocados, cuando desde las asociaciones decíamos que si se daban incentivos claros, como se les hace a otras industrias, Mendoza tenía todo para explotar. Hoy de pronto se filman 12 largometrajes en un año. No hay técnico profesional en Mendoza que esté sin laburo, entonces está muy bueno. 
Gaspar Gómez también ha dirigido estos años notables video clips y piezas publicitarias. En el presente, con Las herramientas de la soledad, no sólo se propone un viaje de experimentación para sí mismo y el público, sino que quizás, sin pretenderlo conscientemente, se transforma en un ejemplo a imitar, para que otras y otros realizadores de la provincia, se animen a tomar sus cámaras y filmar sus películas, más allá de lo que el sistema intente imponer como norma de producción. Finalmente, y como suele decir Quentin Tarantino: “A la larga, no importan los recursos, ni los lentes, ni los grandes despliegues de producción. Lo que importa es que ames con el corazón y con pasión hacer películas. Si amas profundamente al cine, vas a lograr hacer una buena película”.
