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Derechos Humanos

La lucha de Abuelas, la ciencia y la construcción colectiva

En octubre de 1977 nació uno de los movimientos de Derechos Humanos más potentes de nuestro país y del mundo: Abuelas de Plaza de Mayo.

FERNANDEZABUELAS(1)

En octubre de 1977 nació uno de los movimientos de Derechos Humanos más potentes de nuestro país y del mundo: Abuelas de Plaza de Mayo. Desde ese entonces se convirtieron en faro y ejemplo; un grupo de mujeres que, ante la ausencia de sus hijos, salieron a la calle a reclamar en uno de los momentos más peligrosos de la historia. Nunca con odio o venganza, siempre desde el amor y con el férreo deseo de justicia, cada una comenzó por separado la búsqueda que luego las congregaría. A medida que pasaba el tiempo era cada vez mayor el número de mujeres que se reconocían en el dolor y en la necesidad de respuestas que nadie les daba. Un símbolo de lucha y construcción colectiva.

Si hay algo que puede marcar su camino es la certeza que las guía desde un primer momento: la lucha siempre es y debe ser colectiva. Nadie se salva solo.

Su saber hacer se forjó al andar porque lo que les estaba pasando era inédito, y a medida que la búsqueda se intensificaba surgieron más y más incógnitas que tarde o temprano encontrarían respuesta. La historia de las Abuelas está atravesada por miles de preguntas que abrieron infinidad de universos hasta ese momento impensados; uno de ellos, el científico. ¿Cómo podrían saber si un niño o una niña es nieto o nieta de alguna de ellas? En 1979, las Abuelas leyeron una noticia sobre un avance científico que había permitido confirmar el vínculo biológico entre un padre y un hijo a partir de la sangre, y eso activó sus esperanzas: ¿y si su sangre podía servir para identificar a sus nietos a pesar de que sus hijos estuvieran "desaparecidos"? Así fue cómo se les ocurrió la idea de acudir a la genética, y se lanzaron sin dudarlo. Durante los viajes que emprendieron por el mundo se reunieron con importantes científicos para explorar la forma de responder esa pregunta, hasta que arribaron al "Índice de abuelidad", un procedimiento científico que permitiría determinar la filiación de un niño en ausencia de sus padres mediante el análisis de material genético de sus abuelos y abuelas.

Entonces, a partir de la necesidad de contar con un banco que pudiera almacenar las muestras de quienes buscan a sus pequeños, se sancionó la ley de creación del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) en mayo de 1987. Las Abuelas siempre afirmaron que el Estado, principal victimario de lo ocurrido durante la dictadura cívico-militar, tenía la obligación de asumir la responsabilidad de subsanar el dolor causado a tantas familias. El BNDG fue, además del primer banco de datos genéticos del planeta, la primera materialización de ese reclamo. El Banco acaba de cumplir 35 años de su creación y es una institución científica de excelencia reconocida en todo el globo. Su existencia también es el reflejo de la lucha de las Abuelas, porque la pregunta que disparó su creación atravesó a los científicos, los interpeló, los cuestionó y les mostró que la ciencia no es neutral ni individual, sino que es (y debe ser) política.

Así son ellas, desde sus inicios avanzan como un torbellino de amor, lucha y esperanza. Sin prisa, pero sin pausa. A la espera de encuentros y abrazos, enseñándonos a cada paso el valor de la Identidad, la Memoria, la Verdad y la Justicia, pero siempre con otros, cimentando colectivamente nuestra propia historia.

Por Luciana Guglielmo. Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA), Dra. en Comunicación (UNLP) e investigadora. Desde 2016 es responsable del área de Comunicación Institucional del Banco Nacional de Datos Genéticos

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