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Pequeñas Sabidurías del Fútbol Argentino: ¿Cómo se patea un penal? (PARTE 11)

Diario Mendoza comparte, en exclusiva, fragmentos del libro "Pequeñas Sabidurías del Fútbol Argentino" del escritor mendocino Pablo Rolando Marianetti que repasa consideraciones futboleras "que hasta el 2022 permanecían olvidadas".

gonzalo montiel

Hemos señalado desde un principio de este libro un ejemplo de grave error conceptual moderno que suele escucharse en algunos programas deportivos de televisión: 

“El penal se patea fuerte al medio”

(FALSO)

Los penales se pueden ejecutar de ese modo o de muchos otros modos, pero se deben ejecutar de un solo modo. 

El jugador debe patear el penal lo más fuerte que pueda, sí, pero dirigido, a colocar, abajo, lo más esquinado posible. pegándole con todo el pie, buscando el ángulo inferior izquierdo o el ángulo inferior derecho, según le convenga. 

Si buscara asimismo un ángulo superior derecho o izquierdo, su disparo sería también inapelable para el arquero, pero correría el riesgo de impactar el balón muy abajo y el disparo se nos puede ir por encima del travesaño “a la tribuna” o “a las nubes”, como se dice habitualmente. Por eso el penal alto esquinado aunque efectivo es más riesgoso. 

rossi penal
 

El penal fuerte y abajo, bien esquinado, es el penal correcto. Es la ejecución que corresponde. Aún si el arquero adivina la esquina elegida no podrá alcanzar la pelota, no tendrá tiempo, porque el recorrido del balón será más veloz que la estirada del arquero volando esos tres metros y medio, desde el centro del arco hacia la esquina en cuestión. Y esa fracción de tiempo, esas décimas de segundo son suficientes para convertir el gol. La pelota tocará antes la red que la mano del arquero. 

Eso es un penal bien ejecutado.

Fuerte abajo, “al rincón de las ánimas”. 

 

“El penal se patea fuerte, abajo, junto al palo”

(VERDADERO)

                                                                                                                                                                                

Cabe sólo el riesgo de tener la mala fortuna de que el balón se estrelle contra la base del poste, o que incluso salga apenas desviado.

Si por casualidad pega en el palo o sale apenas desviado,  debe perdonarse el error en virtud de que el ejecutante hizo lo correcto. Vale decir, fracasó en su ley, sin rifar la posibilidad ni apostarla a cara o cruz,  minimizó el riesgo de fallar haciendo lo correcto. Ese error podrá ocurrir, pero será escaso dentro de una estadística, dado que el penal bien ejecutado difícilmente falla. 

Técnicos memorables como Alberto Griffa decía que para definir a colocar, aún en juego, se debía buscar la pared lateral interna del arco, es decir esa cara interna lateral de la red, en vez de decir junto al palo, para que allí fijaran los jugadores su objetivo y no en el poste con el riesgo de que impactara en él o saliera desviado. Sus jóvenes aprendían a colocar los goles allí y no lo olvidaban, gracias a los buenos resultados, dado que la pelota iba lejos del alcance del arquero. 

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Roberto Mouzo (Boca Juniors)

Pero volviendo a los penales, si los pateamos bien a colocar rara vez erraremos. Pateando fuerte al medio, en cambio,  si el arquero se queda en su lugar lo ataja de pie. Y si el ejecutante impacta la pelota muy abajo pega en el travesaño o la tira a las nubes. Y si quiere picarla suavemente dependerá de que el portero crea su amague. Si por amagar dudó y no le dio buena dirección, o si pateó despacio aun con buena dirección, todo ello espera un arquero para contener un penal, porque no tiene más alternativas que la definición resulte defectuosa. Y esto ocurre cuando en una serie de penales se define una clasificación, porque patea todo el equipo y algunos no saben patear penales, porque piensan que existen varias posibilidades de ejecución, cuando la mejor es una sola, o digamos dos, pudiendo elegir derecha o izquierda, aunque conviene elegir el perfil contrario al pateador. 

Mediante esta simple sabiduría un equipo continúa en el campeonato y otro regresa a su casa eliminado. 

Importante que todos sepan patear bien un penal. 

Párrafo aparte tenemos cuando se produce un penal durante el desarrollo del encuentro, claro está, la ejecución correcta es la misma, pero aquí tenemos una novedad adicional, una equivocación que a partir de los noventa se suma, y es la elección del ejecutante. Antes existía la costumbre de que el penal lo ejecutara quien había sido víctima de la falta, lo cual en apariencia resultaba bastante justo. Daba buen resultado, pero se descubrió una opción todavía mejor, más eficaz. Después se olvidó, pero es la correcta.   

En los años setenta y ochenta tanto en fútbol profesional como en los equipos del barrio, la costumbre decía… 

“Los penales los patea un defensor”.

(VERDADERO)

pasarella a escocia
Daniel Passarella y su gol de penal ante Escocia en 1977

Es decir, de los cuatro defensores, aquel que pateaba mejor los penales quedaba designado para la ocasión. 

Por lo general se trataba de un marcador central. 

Grandes pateadores de penales que reunían esas condiciones fueron el olvidado José Rafael Albrecht de San Lorenzo, el Mariscal Roberto Perfumo o su compañero en la dupla central Alfio Basile en Racing, el “Kaiser” Daniel Passarella en River, Francisco “Pancho” Sá  o su compañero de dupla Roberto Mouzo en Boca, Enzo Trossero en Independiente y la sana costumbre la continuaba Velez de los noventa con los centrales Roberto Trotta, Hugo Sotomayor o hasta el arquero el arquero José Luis Chilavert. River también conservó a Ruggeri y Boca a Schiavi para los penales, ambos defensores centrales. Pero muchos comenzaron a cambiar, pues comenzó a beneficiarse a quien tuvieran posibilidades de salir goleadores del equipo para sumar un trofeíto en los campeonatos, y cotizar mejor aún su transferencia. Entonces comenzaron a patear penales el nueve, el diez o aquel delantero que llevaba más goles convertidos durante el juego. 

Grave error. 

jose luis chilavert
El arquero goleador José Luis Chilavert

El porcentaje de penales errados creció desde que los goleadores comenzaron a ejecutarlos. 

Cuando los pateaba el defensor había más garantía de gol. 

¿Por qué?

Entonces los penales eran sancionados durante los noventa minutos de juego y el mejor ejecutante del equipo se hacía cargo de dicha oportunidad, tanto en los clubes como en la selección o en el equipo del barrio, como hemos señalado,  solía ser un defensor. Un marcador central, zurdo o derecho, el dos o el seis, quizás capitán del equipo. 

Ellos eran más eficaces a la hora de ejecutar penales, porque realmente los pateaban bien, del modo que hemos explicado en este capítulo, fuerte, abajo, esquinado… Y además aportaban un “plus”, razón esencial, tal vez psicológica, que los hacía más efectivos en dicha tarea. La razón la encontré con los años, y quizás constituya una novedad de este libro. 

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Roberto Trotta, Vélez campeón del mundo 1994 al derrotar al Milan

En la historia del fútbol los habilidosos números diez han errado bastante penales, salvo honrosas excepciones como nuestro querido Lionel Messi, por lo general los grandes goleadores han fracasado varias veces perdiendo penales. O por lo menos fallaron más veces que los defensores. 

 ¿Por qué?

Pues tanto el delantero goleador como el habilidoso volante ofensivo pueden aprender la mejor manera de patear penales, así como aquellos capitanes defensores y llegar a ejecutarlos tan bien como ellos. Entonces…¿Cuál es la razón porque los defensores resultan más efectivos para convertirlos ?

Considero que existe un componente psicológico importante. El defensor, se encuentra en la situación de poder convertir un gol muy pocas veces durante un partido, quizás tenga una oportunidad en todo el encuentro, o ninguna, porque su prioridad es en el cuidado del campo propio, evitar que los rivales consigan vulnerar su propio arco.  Gran responsabilidad, tanto que en otros tiempos el capitán del equipo solía ser un marcador central, un aguerrido defensor que ordenaba a sus  compañeros y también solía ser el encargado de patear los penales ofreciendo grandes garantías de gol en tal circunstancia. 

messi penal
Lionel Messi

El delantero, en cambio tiene la maravillosa responsabilidad de atacar, buscando el gol, durante gran parte del partido. Tendrá muchos momentos y oportunidades de gol. Un número nueve encontrará por los menos cinco o seis posibles durante los noventa minutos. No serán sencillas, con balón en juego, pero en alguna de ellas convertirá, quizás en dos o más, porque es su especialidad natural.  Así que para este delantero patear un penal significará una buena oportunidad más de convertir, aparte de todas las que le ofrece el encuentro. 

Al habilidoso mediocampista ofensivo le ocurrirá otro tanto, él podrá buscar el arco desde la media distancia incluso dos o tres veces, en juego o con tiro libres. Y para él patear un penal será también una ocasión más, mientras que cualquier otro gol que pueda producir durante el juego será más bello, seguramente. 

En cambio, el defensor sabe que el penal sancionado para su equipo será la oportunidad de convertir un gol. Y será la oportunidad quizás hasta que otro árbitro vuelva a sancionar un penal a favor de su equipo en otro partido. Ese defensor pateador de penales sabe que debe aprovecharla sí o sí, pondrá toda su sapiencia, convicción y energía para no fallar. Y no fallará. 

Algunos defensores centrales suelen ser también buenos cabeceadores en ataque, pues deben serlo para defender su área también despejando. En algún córner podrá ir a buscar con la cabeza el gol y si conecta un buen centro lo logrará cada tanto.  O puede en una arremetida ocasional llegar al área adversaria y definir cruzado como un delantero, pero todas esas posibilidades serán siempre mucho menores que las de los atacantes, claro.   

Entonces el penal, esa responsabilidad única, esa oportunidad que algunas veces se presenta en un partido a favor, resulta más valiosa para un defensor que para un atacante. 

gonzalo montiel
Gonzalo Montiel y el penal más importante de la historia argentina

Esta misteriosa ley la confirma la historia del fútbol. 

Encontrar ese defensor pateador de penales, tal como encontrar ese defensor capitán del equipo, son sabidurías del fútbol que se han ido diluyendo en el fútbol argentino actual y rescatar estas costumbres y aplicarlas nuevamente beneficiará nuestros equipos.

La nobleza de este juego llamado fútbol debe repartir la victoria entre todos los jugadores y no centrarla en un ídolo, eso no conviene al equipo ni al “ídolo”. 

Ese gran diez creativo no puede tener toda la responsabilidad de ganar. No puede patear todos los tiros libres, los córneres, los penales, goles, asistencias, y ser el capitán. “No se puede repicar y decir Misa”, lo que en fútbol equivale a ”No se puede tirar el centro y cabecearlo ”. 

 Si cargamos al mejor jugador con estas responsabilidades el rival buscará anularlo y si lo logra, chau… Acabó nuestra música, nuestra orquesta no suena más. 

Por eso las responsabilidades y funciones deben distribuirse. 

Y los méritos, si somos objetivos, también. 

Esta distribución debe implementarla el director técnico conociendo las habilidades y capacidades de cada uno de sus jugadores, a los que no debe pedir una polifuncionalidad caprichosa. 

El fútbol ya existe, sólo debe ser bien interpretado. Sólo así se podrá innovar y sorprender, respetando su nobleza que puede incluirnos a todos. Algunas de estas pequeñas sabidurías se han olvidado bajo idolatrías vanas, creyendo que un gran jugador puede ganar partidos, así se desconoce la esencia del fútbol que resulta tan clara y sencilla… El fútbol es antes que nada, un juego de equipo. 

Volviendo a los penales, como serían de efectivos en los setenta que el jugador después de convertir no lo gritaba, sabiendo que había tenido todo a su favor. 

julian alvarez
Julián Álvarez

Si lo hubiese gritado y celebrado podía parecer hasta una burla inmerecida contra el arquero rival. 

El festejo de correr veinte metros agitando los brazos en alto se reservaba para goles convertidos durante el juego. 

Convertir un penal ameritaba un breve gesto sonriente volviendo al campo propio, cabizbajo y satisfecho. 

En conclusión, debemos excluir delanteros goleadores y mediocampistas habilidosos de la responsabilidad de patear penales y si es posible también de capitanear equipos. 

El pobre Lionel necesitó jugar varios mundiales para poder cumplir con todo lo que le pedíamos,  hasta lograrlo en el 2022, de haber tenido menos carga en sus espaldas lo hubiéramos logrado antes. Con Diego sucedió al revés, cuando llegó su primer mundial pocos lo tenían ponderado, después tuvo la mochila y se le fue dificultando. 

Para terminar este capítulo definimos entonces que el buen penal se tira fuerte y abajo, esquinado, a colocar junto al palo. Y el noventa y nueve por ciento de los penales bien pateados, sin que exista culpa alguna del arquero, serán goles.   

 

Reproducción del Capítulo Séptimo del libro "Pequeñas Sabidurías del Fútbol Argentino" escrito por Pablo Rolando Marianetti.

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