Tres veces Campeón
PEQUEÑAS SABIDURÍAS DEL FÚTBOL ARGENTINO: Tres Técnicos Campeones (Segunda parte)
Argentina ha dado grandes Directores Técnicos, fuentes de sabiduría para el mundo del fútbol.
En los setenta hablábamos de “Menottistas” para señalar a quienes buscaban un fútbol ofensivo, idealista, de toque y gambeta, y hablamos de “Bilardistas” como sinónimo de fútbol defensivo, especulativo o resultadista.
En realidad, salvo algunas características pintorescas tales como si marcar en zona con achique o si hacer marca personal por todo el campo, si salir jugando desde el fondo o salir con un saque de meta al campo contrario, si jugar con dos wines o uno, en fin, ambos armaron dos excelentes equipos equilibrados en ataque y defensa, sin privarse de ninguna opción necesaria, y obtuvieron el campeonato del mundo con nuestra selección mayor en sus respectivos mundiales, las que tenían una forma de juego bastante similar.
He vuelto a ver completos los partidos de nuestra selección en los campeonatos de 1978 y 1986 años después, debo decir que atacamos y defendimos igualmente bien en los catorce partidos, creando innumerables situaciones de gol, más allá de cuántas se reflejaran en el marcador.
César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo brindan sabidurías que no podemos ni debemos obviar, ofrecen conocimiento y experiencias que deben servirnos de guía porque sintetizan lo que ellos aprendieron también de sus maestros, pues Menotti admiraba a Di Stéfano y Bilardo a Zubeldía, vale decir que tampoco ellos inventaron esos supuestos estilos que les atribuyeron. Más bien los sumaron a su experiencia alcanzando nuestra máxima expresión de fútbol argentino.
Lionel Sebastián Scaloni vivió de jugador los confusos tiempos de los noventa, tiempos de cambios de tácticas y estrategias alentados por algunos directores técnicos que pretendían reinventar el fútbol. Sin embargo, cuando le tocó ser técnico, al parecer aplicó la sencillez, la razón y la serenidad de aquél que dirigiera sus logros mundialistas en la selección juvenil, José Néstor Pékerman. Y también los consejos de otro sabio D.T. nos llevó al subcampeonato en Brasil con la selección mayor, Alejandro Javier Sabella.
Ambos maestros supieron interpretar la sabiduría de nuestro fútbol argentino y lo demostraron cuando les tocó dirigir y su discípulo Scaloni llegó todavía más lejos, dirigiendo nuestra selección mayor para obtener la Tercera Copa del Mundo.
Él fútbol argentino hasta las selecciones de Menotti y Bilardo, nos brindó dos campeonatos mundiales anteriores y luego se vino un tiempo sin copas para nuestra selección mayor.
En los clubes algunos técnicos buscando imitarlos exageraron la nota hasta convertirse en “Menottistas” o “Bilardistas”, los primeros volcados en un juego de toque ofensivo y los segundos más defensivos y resultadistas, pero al exagerar no lograron el equilibro que ellos alcanzaban, ni su nivel de juego.
Porque el fútbol de Menotti defendía muy bien también y el de Bilardo atacaba continuamente, es decir, sus equipos jugaban un fútbol argentino equilibrado.
Carlos Arcesio Bianchi fue quizás el técnico que mejor logró sintetizar las sabidurías de Menotti y Bilardo, alcanzando la mejor expresión del fútbol argentino en los clubes que le tocó dirigir durante los años noventa, fuera de la confusión reinante, llevando a Vélez Sarsfield y Boca Juniors a obtener la Copa Intercontinental, para él como técnico en tres ocasiones. Pero Bianchi no llegó a dirigir la Selección pese al clamor popular, una pena porque entonces fue el mejor DT intérprete de Fútbol Argentino.
Carlos Bianchi sostenía de manera literal:
“El fútbol es simple”
(VERDADERO)
Y es así, debemos tener presente dentro de ese fútbol único y sencillo que existieron más coincidencias que diferencias entre las ideas de Menotti y Bilardo, y que las posturas enfrentadas se debieron más a la prensa en busca de polémicas comerciales que a la esencia del juego, generando debates que hasta los hicieron sonreír, porque ambos sabían que el otro también sabía.
Los argentinos aprendimos de ambos y ese aprendizaje lo sintetizó mejor que nadie Carlos Bianchi en Vélez y Boca, sin caer en falsas novedades, sabiendo que “defensa y ataque son igualmente importantes”, lo cual no sólo es una sabia sentencia sino una realidad palpable en cada minuto de juego.
La mayor belleza del espectáculo será la creatividad ofensiva, sin embargo un campeonato también se gana con solidez defensiva para evitar goles del rival. Quien acostumbra ver fútbol sabe apreciar un hábil desempeño defensivo también. Y cada buena intervención del arquero.
Décadas atrás existía el orgullo de ser un buen defensor o un buen arquero, orgullos que fueron disminuyendo al valorarse más los jugadores atacante. A partir de los noventa todos los niños que jugaban soñaban ser delanteros. Se habían devaluado los méritos defensivos, incluso algunas sabidurías sobre cómo defender se iban diluyendo.
Durante el último campeonato mundial de Qatar 2022 (con Lieonel Scaloni) recuperamos estos méritos, valorando en su justa medida a los buenos marcadores centrales como Cristian Romero y Nicolás Otamendi, a los buenos cinco de contención y salida como Enzo Fernández o Leandro Paredes, a los buenos atajadores como Emiliano Martínez., Y al valorar todos los puestos recuperamos la comprensión de que toda posición dentro de la cancha resulta importante.
Recuperamos la comprensión de que existe una técnica y una pasta especial para ser marcador central por ejemplo, que se estaba perdiendo: Quitar la pelota sin faul, con el pie, despejar de cabeza los centros aéreos, imponer autoridad en el campo propio, virtudes del central, que muchas veces ejecutaba también los penales mejor que nadie y subía a cabecear córneres a favor y solían llegar a ser los capitanes del equipo. Pero como las mayores transferencias se producían con delanteros estas costumbres fueron cambiando. No obstante sin buenos marcadores centrales ningún equipo sale campeón. Y sin un buen arquero tampoco.
Sabidurías tan simples como éstas se diluyeron y la solidez de nuestros equipos mermó, mientras crecían idolatrías y esperanzas vanas sólo en los delanteros.
Fragmento del primer capítulo del libro "Pequeñas Sabidurías del Fútbol Argentino" escrito por Pablo Rolando Marianetti.
