Tres veces campeón
"Volver a las fuentes". En Qatar nos restituyó ese toque de nobleza deportiva, escencial e histórico para todo equipo campeón en fútbol, dónde cada jugador prioriza las necesidades del grupo sobre su ambición personal y su entrega al grupo beneficia a todos en cada minuto de juego. Así hasta en los partidos más difíciles se puede incluso "tener suerte", esa "suerte del campeón" que se alcanza en definitiva mediante méritos invisibles, como si el azar se brindara favorable sólo a nobles deportistas, capaces de tomar decisiones en favor de su equipo incluso en desmedro de sus logros personales cuando fuera necesario.
Entonces:
¿Existe una manera de aspirar a ser campéon?
¿Se puede vencer hasta la misma suerte?
Lee también
Fútbol A un año de la gloria
¿Cuál sería esa manera?
¿Cómo jugar para ganar?
¿Qué jugada conviene en cada circunstancia?
¿Qué dibujo táctico para el equipo?
¿Qué estrategia en cada partido?
¿Qué técnica resulta desarrollar para lograr eficacia?
¿Quién responderá todas esas preguntas?
Respuesta: las pequeñas sabidurías del fútbol argntino reunidas durante un siglo.
Gracias a Dios en Qatar pudimos restituir a nuestro fútbol grande aquellas pequeñas sabidurías que nos llevaron al primer lugar del planeta, gracias a Dios en Qatar recordamos que el mejor jugador no iba a poder solito y buscamos el mejor funcionamiento de conjunto, recuperando aquellas verdades que algún día volverían a nuestra selección, dependiendo del director técnico en primer lugar, quien con serenidad y astucia, teniendo la humildad para corregir algún error propio y permitir que la sorpresa y la creación espontánea fuese patrimonio de los jugadores, alcanzando para el equipo su mejor performance.
En 1978 nuestro jugador emblema fue Mario Alberto Kempes. Balón de Oro y Botín de oro. Es decir, mejor jugador y goleador del mundial realizado en Argentina, con seis tantos.
Pero nuestro arquero Ubaldo Matildo Fillol, sufrió sólo cuatro goles en todo el torneo. Sólo cuatro. ¿Pueden creerlo?
Nuestro centro delantero Leopoldo Jacinto Luque convirtió otros cuatro goles, también esenciales.
Nuestro cinco Américo Rubén Gallego detuvo los avances rivales por el centro del campo.
Daniel Passarella y Luis Galván resultaban impasables para los delanteros rivales, dominando el área, mientras. Alberto Tarantini y Jorge Olguín se proyectaban por sus bandas llevando centros excelentes adelante.
Osvaldo Ardiles creaba ataques llevando la pelota dominada y ayudaba a Gallego a marcar en el mediocampo.
Nuestros delanteros Daniel Bertoni, René Houseman y Oscar Ortiz, aportaron desborde eficiente y goles cuando les tocó ingresar.
Omar Larrosa aportó sacrificio en el medio para colaborar con Gallego y Ardiles. En algún partido que ingresó Ricardo Villa también lo hizo.
El equipo brilló por completo, bajo la dirección de ese gran técnico que fue César Luis Menotti. .
Pero pocos años después, el gran campeonato que habíamos ganado todo quedó algo opacado, casi olvidado.
Sucedió que ocho años más tarde, Diego Armando Maradona fue una estrella tan rutilante que superó con creces la brillantez de nuestro “matador” cordobés.
La figura del Diego llegó a considerarse responsable exclusiva del logro alcanzado en Méjico, por su inigualable talento.
Pero sólo cuando Argentina comprendió que Maradona no había ganado solo el mundial, valorando el trabajo táctico y estratégico de Carlos Bilardo, las atajadas de Neri Pumpido, las heroicas defensas lideradas por Oscar Ruggeri y José Luis Brown, el despliegue de Sergio Batista y Ricardo Giusti marcando en el mediocampo, los cuatro goles de Valdano que resultaron clave, la creatividad de Jorge Burruchaga como alternativa en ataque…
Todos ellos, más la incuestionable habilidad del diez con sus pases, goles y gambetas, redondearon un equipo campeón del mundo que por supuesto tuvo su estrella mayor, elegida “Balón de Oro” de 1986 y autora de aquel insuperable “mejor gol de la historia”.
Pero Argentina comenzó a transitar el camino que lleva a ganar una nueva Copa del Mundo, sólo después de haber entendido que Maradona no había ganado solo aquél mundial.
Y demoramos décadas en comprenderlo.
En 2022, con Scaloni y su cuerpo técnico, supimos liberar al gran Lionel Messi de la responsabilidad exclusiva por el éxito o el fracaso de un campeonato mundial y así él logró brillar en su plenitud, aportando su juego inigualable a un equipo argentino que también brilló por completo. (Parte 1)
Fragmento de la introducción del libro "Pequeñas Sabidurías del Fútbol Argentino" escrito por Pablo Rolando Marianetti.
