En el norte de Francia, un equipo de arqueólogos ha realizado un hallazgo significativo: un taller de cerámica medieval, enterrado a dos metros de profundidad. El sitio incluye un horno de ladrillos que, sorprendentemente, ha permanecido intacto a través de los siglos.
El descubrimiento tuvo lugar mientras se excavaba un área que albergó actividades desde finales del siglo XVI hasta principios del XVII. Este taller no era una instalación ordinaria; se especializaba en la fabricación de utensilios de arenisca utilizados principalmente para cocinar.
Los arqueólogos encontraron dos hornos en el sitio. El principal, de forma almendrada y construido con ladrillos, aún contenía piezas de cerámica casi completas y fragmentos diversos, lo que sugiere que fue abandonado abruptamente. El segundo horno, más pequeño y aparentemente más antiguo, no mostraba signos de haber sido utilizado en tiempos recientes. Curiosamente, este pequeño horno fue reutilizado como vertedero para desechos de cerámica.
El área alrededor de los hornos estaba rodeada de los restos de muros y edificaciones, indicando que el taller formaba parte de un complejo mayor, probablemente cubierto y cerrado. Con el paso del tiempo, el taller fue abandonado y sobre sus ruinas se erigieron nuevas estructuras durante los siglos XVII y XVIII.
Este hallazgo es considerado único por los expertos, quienes destacan que no existe otro taller de estas características en la región ni en sus alrededores. La preservación de los hornos y los artefactos ofrece una ventana invaluable al pasado medieval de la zona, proporcionando una rara oportunidad de entender mejor las técnicas y la vida cotidiana de aquel entonces.