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INDIGNANTE

Juzgan a un empresario acusado de usurparle la casa a una persona con discapacidad

El dueño de algunos desarmaderos de la zona este fue llevado a juicio por haberse apoderado de la casa de una mujer de cincuenta años, quien padece de una discapacidad mental severa. La víctima fue despojada de su casa, su único bien, en el momento en que estuvo internada en un hospital psiquiátrico.

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A Laura la conoce mucha gente en San Martín. La conocen de la calle. Es uno de esos personajes de pueblo que habla con todos, al que todos le tienen cariño y al que todos intentan cuidar. Laura nació un 15 de septiembre de hace cincuenta años. Fue hija única de un matrimonio que vivía en una casa de la calle Zapiola, esa que corre junto al canal, en el límite oeste del barrio Jardín, por entonces un pujante complejo de viviendas que originalmente se llamó Jardín Los Andes.

Laura siempre fue una niña charlatana y vivaz pero que, por momentos, parecía tener alguna dificultad para controlar sus emociones. Fue un indicio. A los trece años se le diagnosticó esquizofrenia. Aun así, pudo seguir su vida con cierta normalidad.

A los veintidós quedó embarazada en una relación casual y pudo criar a su hijo los primeros años. Los padres de Laura murieron en ese tiempo y todo se fue complicando.

Mientras Laura continuaba viviendo en la casa familiar de la calle Zapiola, el Estado ejercía cierta tutela sobre ella, especialmente analizando que pudiera cumplir su rol de madre. Y pudo hacerlo hasta que el niño cumplió los siete
años. Allí se produjo una situación de riesgo serio para el menor y se debió tomar una medida judicial extrema para salvaguardar la integridad física y emocional del niño. Laura perdió su patria potestad y el pequeño fue entregado
en adopción.

Haber perdido a sus padres y a su hijo fue un duro impacto en la salud psíquica de Laura, que debió ser internada.
Esa internación fue una de las más largas, unos cuatro años, hasta que pudo volver a su casa de San Martín.

Después, se sucedieron otras internaciones en algunos momentos de la vida de Laura, pero ninguna tan extensa como aquélla.

Mientras estaba en San Martín, Laura vivía en su casa y salía a recorrer las calles de la ciudad, por momentos vendiendo perfumes y algunos otros artículos de belleza. En otros momentos, la buena voluntad de los vecinos la
ayudaban a sobrevivir. La tenían incorporada en su vida cotidiana y sabían cómo tratarla.

El Estado la acompañaba, aún lo hace, con la supervisión de una asistente. Además, sus intereses y su evolución eran seguidos por una asesora de Pobres e Incapaces del Poder Judicial. La doctora Nadia Tordi es quien cumple
ese rol desde hace tiempo.

La vida de Laura se complicó aún más en 2019, una fecha que ahora la Justicia penal intenta establecer con claridad. Después de regresar de una de sus internaciones, Laura se encontró con que su casa había sido usurpada.

La doctora Tordi, en representación de Laura, denunció la situación y allí comenzó un complejo camino judicial. Quien había usurpado la vivienda era una mujer, posiblemente en acuerdo con otra, que no lograban ser desalojadas por razones formales, como el hecho de que no fue posible notificarlas de las actuaciones judiciales.

Quién es el empresario Roberto Gabutti

Pero todo empeoró aún más hace un tiempo, no más de dos años, cuando apareció el empresario Roberto Gabutti, conocido en la zona por ser el titular de uno de los desarmaderos de autos de San Martín. Las mujeres salieron de foco y Gabutti pasó a ser el “propietario” de la vivienda, tal cual el mismo lo anunció a los vecinos en un cartel que hizo poner en el frente de la casa. “Propiedad de Roberto Gabutti”, decía.

La Justicia, a partir de allí, fue contra el empresario, que ahora está siendo juzgado por considerárselo usurpador de la propiedad de Laura. Esta causa llegó a la etapa de alegatos este miércoles y recibirá sentencia posiblemente la semana próxima. En ella los imputados son Roberto Gabutti y su hijo, Joaquín Gabutti, debido a prestó su nombre para algunas de las acciones realizadas por su padre.

El juicio

“Laura no es una víctima cualquiera. Ella es mujer, pobre y discapacitada. El victimario tampoco es un victimario cualquiera. Los antecedentes judiciales indican que el señor Roberto Gabutti fue acusado de 28 hechos de encubrimiento y uno de 2009 por falsedad de instrumento público, todos casos relacionados con su actividad comercial. No es un vecino del barrio Jardín”, dijo en parte de su alegato la asesora de Pobres e Incapaces, Nadia Tordi.

La audiencia fue realizada frente al juez Darío Dal Dosso, a quien la abogada pidió que, además de condenar a los Gabutti, disponga inmediatamente la restitución del inmueble a Laura y, además, se inicie proceso penal contra
aquellas personas que tuvieron responsabilidad en la usurpación original y en la maniobra realizada por el empresario.

El comienzo de esta anteúltima jornada del juicio oral y público contra los Gabutti, estuvo a cargo del fiscal correccional Emiliano Ortega quien, en su alegato, pidió dos años de prisión para el empresario y seis meses para su hijo.

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El juez Darío Dal Dosso escucha los alegatos en la audiencia.

El fiscal sostuvo que todos los actos realizados por Gabutti fueron “tendientes al engaño” y que, si hubiera realizado algún pago por una cesión de derechos de acciones posesorias, fue “una compra a riesgo, por un precio vil y del que ni siquiera hay un comprobante de pago” y resaltó que a Gabutti “no le importó el daño causado y no demostró ninguna empatía con la víctima”.

La defensa de los Gabutti sostuvo que su cliente realizó una operación comercial de buena fe y que el Ministerio Público no logró probar ningún acto falso. Luego de los alegatos, el juez Dal Dosso dispuso un cuarto intermedio hasta la semana próxima. En esa última jornada los imputados podrán dar su última palabra y luego el juez estará en condiciones de dictar sentencia.

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