En un evento que ya se ha convertido en una tradición anual, la XXVII edición del cruce de los Andes al lomo de mula ha marcado un hito en la historia de esta emblemática travesía. Durante 27 años, aventureros de todas las edades, desde los 11 hasta los 81 años, han seguido los pasos de los libertadores, cruzando desde el histórico campo El Plumerillo. Sin embargo, este año, la travesía tomó un nuevo punto de partida desde el Valle de Uspallata, con destino al icónico Cristo Redentor, reuniendo a expedicionarios de distintas partes de la República Argentina.
La expedición de este año se destacó por su diversidad, incluyendo tanto a patrullas a pie como montadas, demostrando el espíritu inclusivo y aventurero de los participantes. La presencia del ministro de Defensa Luis Petri quien fue recibido y saludado por todos los expedicionarios, añadió un toque de solemnidad y reconocimiento a la importancia de este evento. Las autoridades militares presentes también tomaron la palabra, reforzando el vínculo entre la tradición del cruce y el espíritu de la nación.
Un momento particularmente emotivo fue cuando, después de las palabras de bienvenida, se realizó una entrega simbólica a través de un chasqui, quien le entregó al ministro un celular y unos auriculares. Este gesto, que resultó ser un mensaje personal de la pareja del ministro instándole a disfrutar y vivir plenamente la experiencia, destacó la conexión personal y emocional que rodea a este evento.
Además de la travesía, el evento fue marcado por la presencia de una figura histórica, el Teniente Coronel Veterano de Guerra, apodado "el Chuli" Rodríguez, quien rememoró el primer cruce de los Andes, añadiendo una capa de profundidad histórica y respeto por aquellos que han seguido estos pasos a lo largo de los años.
El evento concluyó con una ceremonia en la compañía de cazadores, seguida de una demostración de técnicas de rescate en montaña, destacando la importancia de la preparación y la habilidad en el manejo de situaciones de emergencia.
Este año, el cruce de los Andes no solo ha servido para recordar la gesta histórica de la liberación de Sudamérica sino que también ha sido un escenario donde se mezclan la emoción, la tradición y el espíritu de aventura. La XXVII edición del cruce ha demostrado, una vez más, que la historia y la emoción pueden caminar de la mano, inspirando a generaciones presentes y futuras a valorar y vivir plenamente las riquezas culturales y naturales de nuestra tierra.