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Historias de por acá

Marcelo, el baterista que sobrevivió al Covid y hoy celebra el fin de la pandemia

Marcelo Fortunato era un hombre fuerte y sano, que solo pensaba en cuidar a los demás pero, de un momento para otro, coqueteó con la muerte durante un mes. Alucinaciones, solidaridad, afecto, dolor, todo en una historia de pandemia, un drama particular como ejemplo del drama colectivo.

Marcelo Fortunato

El viernes último la Organización Mundial de la Salud (OMS), después de tres años, declaró el fin de la emergencia sanitaria global por el Covid 19, el fin de la pandemia, más allá de que se advirtió que aún se producen casos y que todavía hay unas quinientas muertes diarias en el mundo producidas por el virus o por sus consecuencias.

"La tendencia a la baja ha continuado y en las pasadas 10 semanas el número de fallecidos ha ido registrando sucesivamente cifras mínimas, que no se veían desde marzo de 2020", dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OSM.

Entre medio, han quedado miles de historias, quizás tantas como familias hay en el planeta. Dramáticas, dolorosas, angustiantes, heroicas y también algunas con un final emocionante, lleno de vida.

En Mendoza hay cientos de historias así. La del sanmartiniano Marcelo Fortunato es apenas una. Conmovedora, intensa, que involucró a toda una región por las características de su protagonista: un profesor de batería con montones de alumnos, ex jugador de rugby con decenas de amigos, un músico reconocido, un hombre generoso y solidario, con cientos de amigos.  

Todos los días que no morí es el título del libro, próximo a ir a imprenta, que Marcelo escribió sobre sus treinta días en terapia intensiva y sus otros treinta internado en recuperación. Ese título es toda una definición.  La de un hombre sano y fuerte que, de pronto, estuvo haciéndole una visita a la muerte.

Positivo

Terminaba enero de 2021. La pandemia ya no era novedad y la mayoría suponía que tenía claro cómo evitar el contagio, que los más vulnerables ya habían caído, que algunos se habían recuperado y otros no. Pero la cantidad de contagios diarios seguía en aumento.

“Yo pensaba, o sentía, que todos iban tener Covid menos yo. Ocurre que siempre pensás en la familia. Decís: ´Tengo que cuidar a este porque es grande. A este lo tengo que cuidar porque fuma, a este porque es gordo, a este porque tiene azúcar alta…, y te olvidás de vos, de cuidarte, y resultó que fuiste el que la pasó peor que todos”, dice Marcelo, que ahora tiene 53 años y siempre fue un hombre sano, fuerte, imbatible. 

El viernes 29 de enero de 2021 Marcelo se despertó con un poco de fiebre y algo congestionado. Por consejo de un amigo médico, se hizo hisopar en el Hospital Perrupato. Dio positivo. 

“Tenía fiebre y me costaba respirar. Pero yo estaba pensando en el cumpleaños de mi viejo, que íbamos a festejar el fin de semana, y que el lunes (1º de febrero) me iba de vacaciones. Pero en cinco minutos todo cambió”. 

Marcelo volvió a su casa y replicó un mensaje a toda la familia, casi como si fuera un telegrama: “Tengo Covid. No me voy de vacaciones. Hagan el cumpleaños cuando quieran”.

Marcelo se encerró en su casa y “empecé a tomar lo que se tomaba en esos días. Dos o tres médicos me iban llamando, para ver cómo estaba”. 

fortunato
El sanmartiniano estuvo dos meses internado. “Viene complicada la cosa”, le había advertido su médico.

Los primeros días transcurrieron más o menos tranquilos. Pero la noche del miércoles no fue buena y el jueves Marcelo y Fernanda, su mujer, llamaron a Mariano Garavaglia, un reconocido médico, que le pidió que se hiciera una tomografía. El viernes, con la tomografía a la vista, Garavaglia sentenció: “Internate. Viene complicada la cosa”. Y así debió organizar todo para que lo recibieran en el Hospital del Carmen, en Godoy Cruz.

En el Hospital del Carmen le hicieron un par de preguntas y lo internaron. Al atardecer ya lo estaban pasando a terapia intensiva. Marcelo recuerda hasta ese momento, después hay un mes completo que desapareció de su mente. Lo pudo reconstruir parcialmente por el relato de algún enfermero, de su familia, de sus amigos. 

Hubo muchos momentos en que el pronóstico era tremendo. “De esta noche no pasa”, advertían algunos. Pero pasó, pasó esa y todas las noches, hasta que salió de terapia intensiva y fue derivado a la Clínica de rehabilitación San Andrés.

Dicen que Marcelo entró despierto allí, incluso saludando, pero estaba lejos de estar lúcido. No recuerda nada de su llegada a San Andrés y, después, los recuerdos mezclan momentos de la realidad con alucinaciones, muchas alucinaciones, algunas muy curiosas.

Marcelo Fortunato
Marcelo con los alumnos de su famosa escuela de bateristas. 

Entre la realidad y la fantasía 

Sobre las alucinaciones, Marcelo Fortunato recuerda que “la psicóloga me contó después que esto fue muy común en los pacientes que habían tenido Covid, pero que la mayoría tenía alucinaciones feas, muy feas, relacionadas con la muerte. Yo no. Al menos ninguna de mis alucinaciones, de mis sueños, terminaban mal. Al menos ninguna terminaba conmigo muerto. Incluso algunas fueron muy agradables”.

La alucinación más larga y también la que recuerda como más agradable, casi una sensación perfecta, tiene relación con el mar.

“Íbamos con Fernanda (su mujer) en moto, viajando hacia el mar. Fue una alucinación muy intensa, porque llegué a sentir sensaciones en la piel”, dice.

“Estábamos viajando desde Buenos Aires hacia la costa y llovía muy suave. Una lluvia muy agradable, tibia. Yo sentía el agua en la piel, el viento y escuchaba lo que me decía Fernanda desde atrás”.

Marcelo Fortunato
Fortunato regresó a su ciudad como un ídolo de rock, en caravana y dando fotos a quien se lo pidiera.

El regreso

Marcelo Fortunato regresó a su San Martín después de dos meses. Una caravana de familia y amigos lo acompañó en el viaje de regreso y muchos lo recibieron en la ciudad del este, incluido el intendente. Fue una fiesta. 

El proceso de recuperación continuó, fue largo y esforzado, pero Marcelo pudo recuperar su vida, su rutina, su Escuela de Niños Bateristas con la que hizo una emocionante muestra de fin de ciclo en el Centro de Congresos y Exposiciones, de San Martín… y pudo contar esta historia, que será libro dentro de poco.

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