Historias de por acá
Ahora es el comienzo, cuando parece que todo está dormido, casi muerto. La posibilidad de una buena cosecha empieza en este paisaje yermo de los viñedos. Es una ironía, la esperanza nace con una amputación, con muchas, estudiadas y precisas. Si las amputaciones están mal hechas no habrá prosperidad.
La poda de la vid está llegando a su última parte en la mayoría del territorio de Mendoza y es una poda particular este año. El año pasado una helada tardía causó daños graves en las plantas, sumado a los daños posteriores por la caída de granizo en algunas zonas; un invierno con poco frío, que no ayudó a la baja de la savia; la fuerte inflación, que pulveriza el pago a los podadores y que relativiza qué es un pago justo para ellos. 
Todo esto conforma un cuadro complejo y preocupante para los cultivos y, especialmente, para los cientos que trabajan y dependen de los resultados de la cosecha.
─Usted preguntó por el precio de la poda y le digo: depende de la poda que pidan y el sarmiento que tenga el parral ─dice María, del distrito de Las Chimbas, en San Martín. ─Va de los 1.500 pesos, si está liviano, a los 2.500 si es pasado, y 3.500 si hay que sacar lo seco con serrucho o motosierra ─agrega.
─¿Esa plata es por hilera?
─ Sí. Pareciera buena plata, pero no es así. Si la hilera está muy pesada, se paga 3.500 pesos si es bueno el patrón. Pero una persona con experiencia y energía hace una hilera y media por día, a lo sumo dos. Y si está liviana, capaz que alcanzás a hacer tres como mucho.
Está flojo el pago de la poda. Hay que cortar, tironear… si te toca serruchar es peor
María habla de “liviano” y “pesado”, refiriéndose a cómo está la planta, cuanto hay que cortar y cuán profunda debe ser la poda para que la vid tenga fuerza este año y también los que vienen y también del corte del serrucho, ese que hay que hacer para renovar con intensidad con el objetivo de rejuvenecer la cepa. 
Don Sarmmantano, contratista en una finca de Algarrobo Grande, en Junín, ya ha podado y resume la situación diciendo que “se está pagando unos 5.000 pesos el día, más o menos”.
Marcelo Sánchez, productor en Medrano, territorio compartido entre Rivadavia y Junín, aprovecha haber nacido hijo de contratista y tener toda una vida ligada a la finca y al vino para ampliar la visión de este invierno extraño, ajeno.
─La poda no ha sido fácil. Los viñedos que tuvieron heladas no tenían buen sarmiento y en algunos, donde el daño fue muy duro, se tuvieron que armar la planta de nuevo ─y aclara─ siempre, con el paso del tiempo, se mantiene una estructura de la planta, pero está vez hasta esa estructura se vio afectada.
Dice que esto hizo que la poda se encareciera. Es decir que hubo mayor necesidad de hacer una poda más profunda, más “pesada”, como decía María.
─Acá el propietario sugiere un precio por hilera, pero si el podador no saca 6 o 7.000 pesos por día, no conseguís gente para trabajar al tanto ─sostiene.
Muchos optaron por dar la poda al día. Es más costosa, pero había que hacer un trabajo muy a conciencia, tratando de buscar y dejar el mejor sarmiento
Y explica que “luego de la helada rebotaron yemas dormidas y, con la ilusión y esperanza que trajeran algún racimo, no desbrotó todo eso en verde y ahora hay que cortarlo con tijera”. 
Otro problema es el de las plantas nuevas, aquellas que se intentó hacer con mugrones.
─Se hizo el mugrón, se colocó polaina y la helada los quemó. Fue otra plata pérdida ─dice, pero también agrega que algunos mugrones agarraron pero ya han brotado.
─Estamos con mucho miedo por lo que pasó la temporada pasada con la helada. Ya se han encontrado cepas llorando (la savia está goteando por los cortes) y yo encontré la semana pasada un mugrón de Chardonnay con brote, cosa de locos para un 10 de agosto y sin lluvias.
Después remata: “Los sauces y las moras son el tester. Ya están con las púas a punto de abrir”.
El panorama es complejo. La primavera está desbocada, sin paciencia y las heladas son una amenaza latente
El obrero que poda debe saber lo que hace. Es un trabajo que debe ser aprendido y entendido. Hay que saber cuáles son los “pitones”, los “cargadores” y los “frutales” y saber cuáles sarmientos se deben descartar para que la vid “no se amachorre”, es decir que la vid se no se llene de hojas y de sarmientos nuevos, sin fruto, que el sarmiento sea demasiado “macho”, sabiendo que los frutos siempre los da la hembra.
La poda está en su última etapa. No está fácil la cosa. Nada está fácil.
