Cuántas veces pasamos por un lugar y no miramos a nuestro alrededor. Automatizados por nuestra rutina o inmersos en nuestros avatares diarios, no captamos muchas cosas que hacen bien a nuestra alma. Cientos de veces pasé por la Ruta 40 (acceso sur) y el empalme Ruta 7 Agrelo Luján de Cuyo, en todos los medios: a pie, en bicicleta, moto y todo tipo de rodados.
Nunca observé a mi alrededor, perdiendo la oportunidad de detenerme y mirar una gruta emplazada en la parte este de la R40. Está dedicada nada más ni nada menos que a la Virgen Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de Lourdes.
Ahora, con mis 65 años, tuve la oportunidad de saber de ella, anticipando la conmemoración del 166° aniversario de su aparición en Francia el 11 de febrero de 1858. En un cerro de Agrelo y en total silencio, hay una imagen de María desde comienzos del siglo XX, como Madre cuidando a sus hijos.
Este año, se repitió una procesión con antorchas desde el Callejón Walker y acceso sur, de donde partieron miles de peregrinos con antorchas que iluminaban el camino hasta la cumbre del cerro donde está entronizada. Bajo la guía del Padre Miguel Ángel López D'ambola, Párroco de la Basílica de Luján, se realizó la peregrinación con la celebración de la Santa Misa en el cerro.
Un día que pronosticaban lluvia y viento se transformó en una tarde-noche cálida y preciosa bajo un techo de estrellas, como un Manto Celestial. Así fue como se festejó la víspera del día de la Inmaculada Concepción.