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Despedida

El Ale Bermejo que yo conocí

Hay personas que se cruzan en nuestra vida y sin quererlo ni buscarlo nos terminan marcando el rumbo. El político que pasó de ser jefe a un amigo que supo dar un consejo clave a tiempo. Desde el agradecimiento, esta sentida despedida.

Alejandro Bermejo

Hoy murió el Ale, un tipo generoso, bueno y solidario. Un tipo común que vivió su vida a la velocidad de cada una de sus acciones. Un día de  junio de 1999, en su oficina nos reunimos él, que era secretario de gobierno de su hermano Adolfo, y yo, un cronista de Canal 7 de Mendoza.

Eran años duros. Mi sueldo de $315 pagaba un alquiler de $200 y fue en ese preciso momento que me propuso ser Jefe de prensa de la Municipalidad de Maipú. Sin pensarlo -y sin saberlo- me estaba dando la oportunidad de llegar a fin de mes y poder pagar el auto que había comprado en largas cuotas. Asumí el desafío.

Si bien era incompatible el trabajo en ambos lados, los dos me lo permitieron: Jorge Martínez, por Canal 7, y el propio Alejandro, por el municipio. Por esos días conocí los menesteres de la política; debía hacer periodismo institucional y a su vez televisión.

Pasaron los meses, hasta que ocurrió un hecho en Maipú que me tocó transmitir en directo desde la mismísima puerta del edificio municipal. Y era yo quien debía hacer esa cobertura. El reclamo era de mayor acción por parte de la comuna departamental. Al noticiero del 7 lo conducía Marcelo Romanello y el cronista de esa nota era precisamente Marcelo Ortiz, el jefe de prensa del municipio al que le hacían el reclamo. 

Claro estaba que no se podía hacer las dos cosas. Al otro día, y tras haberse calmado los ánimos, Alejandro me sentó y me dijo: 'Vos estás loco… no servís para esto, sos más periodista que jefe de prensa. No servís para lo que te necesito. Sos muy bueno en lo que hacés, te tengo que echar y no quiero, pero tu futuro no esta aquí adentro. Después me lo vas a agradecer'. Lógicamente, estaba enojado, no por la cobertura sino por el tiempo que quizá estaba perdiendo en ese lugar.

Ese día me di cuenta que el  Alejandro era un gran hacedor, incansable y por elección. Se lo va extrañar. Al político de raza y al amigo en las buenas y en las malas. 

El destino hoy me encuentra escribiendo sobre él en el Diario Mendoza. Irónico destino, impensado: yo haciendo periodismo, tratando de contarles a ustedes que no todos los políticos son iguales, que hay quienes lo sienten desde las entrañas, desde la cuna. No importa el color partidario. Hay quienes persiguen el sueño del bien común, como el Ale, esa era su principal vocación. 

Se fue el Ale Bermejo, mi amigo el Pulga, un distinto, el de voz ronca y segura, el inquieto, el que vivió tan rápido que parece que fue ayer aquel primer abrazo.

Hasta siempre, Pulga. 

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