El empresario adoptó a Mendoza como su lugar en el mundo, lugar donde creó múltiples bodegas y marcas que luego vendía a otros empresarios aportándoles sus conocimientos, experiencias y toque único. Llegó a la provincia a los 14 años y nunca más se fue, entendió que la calidad de las tierras, el clima y el desarrollo viñatero son los suficientemente adecuados para crear hito tras hito.
Su último vino recibió su propio nombre, quizás como una manera de realizar un cierre a tantos sueños que metió en botellas. La etiqueta reza: “Ecco qui il mio lavoro”. Traducido significa: “Aquí está mi trabajo”; sin dudas, la mejor manera de despedirse fue regalarle a los amantes del vino una obra de lujo.
El empresario creó, entre tantas otras, la bodega Senetiner y Viniterra quienes son unas de las más importantes del mundo, llevando los productos mendocinos a los mejores restaurantes.
Adriano Senetiner falleció a los 88 años dejando un legajo inquebrantable, justo en el día del Vino Argentino. Día que se estableció en noviembre de 2010 cuando se firmó el Decreto por el que se declaró como "Bebida Nacional".
Quizás si en el 2010 no se hubiera firmado ese decreto, hoy, 13 años después, estaríamos pensando en que los 24 de noviembre y, en honor a Adriano, se podría reconocer el día del Vino Argentino.