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Historias de por acá

El Fifí: radiografía de una nostalgia que viajaba en colectivo

Después de la nota de la semana pasada, era importante ampliar información sobre esta entrañable línea de colectivos mendocina, para ayudar a alimentar la memoria y permitir que surjan más recuerdos y más precisos.

ortega - volvo titan - el fifi - c1950

El domingo pasado Diario Mendoza abrió una ventana al pasado y por ella entraron tantos recuerdos que no fue posible cerrarla. La nostalgia se metió por allí y cientos de lectores comenzaron a compartir sus recuerdos de aquella emblemática línea de colectivos, El Fifí, que fue emblema de Mendoza y sigue siendo parte de la historia más entrañable de la provincia.

Muchos lectores, después de esa primera nota, compartieron algunas de las imágenes guardadas en su memoria. Anécdotas, instantes, detalles de las rutinas en las que El Fifí era protagonista. La vida, en definitiva. 

“Mi papá fue chofer”, “mi abuelo fue mecánico”, “me acuerdo del guarda”, fueron apenas alguna de las frases que desbordaron las redes de este diario.

Tratando de alimentar aún más el rescate de esos recuerdos, entrevistamos a alguien que, desde la solidez de los datos históricos, puede dar detalles precisos de la vida del Fifí.

Se trata de Roberto Tomassiello, diseñador industrial, profesor titular e investigador  en la Universidad Nacional de Cuyo y que también es profesor titular de la Universidad Tecnológica Nacional.

Tomassiello tiene 63 años y hace 37 que dirige un equipo de investigación en la UNCUYO. Se ha dedicado al diseño industrial, especializado en carrocería para ómnibus y la ergonomía en el transporte.

“Fui responsable de diseño de una muy importante fábrica de carrocerías. Se llamaba Tramat. Diseñé muchas carrocerías y también hice muchos trabajos para particulares de casillas rodantes y vans ejecutivas”, cuenta. 

Roberto nació y aún vive en Maipú y recuerda sus viajes en el Fifí. “Iba al secundario a la escuela Emilio Civit. Viajaba desde Gutiérrez y tenía que ir hasta el centro de Maipú. Solo para viajar en el Fifí, que tenía poca frecuencia, dejaba pasar las unidades de otras líneas. También lo tomaba a veces para ir a Barrancas, donde mi familia tenía una finca”, recuerda.

Debido al interés de este diario por rescatar la historia de El Fifí, Tomassiello elaboró un detallado informe de esta emblemática línea, el cual que compartimos a continuación.

El Fifí, aquel que hizo camino al andar: Historias de una transportista que impulsó la vida social de la Zona Este

 

Inicios de una larga historia

La empresa El Fifí, muy recordada en la Zona Este provincial, tuvo un rol activo en su vida social, nos referimos a tiempos en que los caminos eran escasos, representando una verdadera aventura transitarlos. Vale la pena señalar que, hasta la década del '40, la mayor parte de los pasajeros mendocinos se desplazaron por ferrocarril. Sin embargo, al extenderse la red vial y mejorar ésta su calidad con numerosos caminos pavimentados, el servicio de transporte por ómnibus fue ampliándose. 

Podríamos decir que, en los inicios, los ómnibus vincularon sitios alejados de los destinos ferroviarios, complementándose con los trenes y, también, numerosos recorridos urbanos. Más adelante pudieron cubrir todo el territorio provincial.

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Durante varias décadas El Fifí llevó a cabo la prestación del transporte de pasajeros de media distancia, identificada por las líneas 66 y 67, uniendo Mendoza con Rivadavia y Medrano e intermedias. La primera de esas líneas realzó ese trayecto atravesando la actual RP N°50 y por bellos “carriles” frondosamente arbolados. La línea 67, en cambio, lo hizo siempre por Godoy Cruz, Luzuriaga, Gral. Gutiérrez, Maipú, Cruz de Piedra, Barrancas, Rodríguez Peña y Medrano. El itinerario, por ambas opciones, solía demandar un par de horas o más entre puntas. Esos largos viajes permitieron a los pasajeros gozar de la riqueza visual ofrecida por los espacios urbano y rural. Surgía así la exquisita mixtura de ciudades y minúsculos pueblos, asomando entre viñedos e hileras de plátanos y álamos interminables en el recorrido.

Los orígenes de la empresa que hoy nos ocupa, se sitúan en la década del '30. El arquitecto Oscar Razquin, quien se desempeñó como Director de Transporte y Gerente Técnico de la Asociación Unida del Transporte Automotor Mendoza (AUTAM), brindó aportes sobre ello. Según Razquin, fueron Albino Gobbi y Alfredo Pedrazzoli quienes obtuvieron un permiso para la prestación del servicio de transporte de pasajeros entre la Zona Este y Mendoza. Esos permisos en aquellos tiempos los otorgó la Dirección Provincial de Vialidad, organismo responsable entonces de tales autorizaciones. Por otra parte, en sus inicios, la referida transportista aun no poseía la denominación El Fifí, operando solo la línea 66. 

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Los socios Güido Badaloni y Cayetano Caruso y uno de los hijos del primero de ellos.

De igual modo, Razquin precisó que el empresario Gobbi tuvo relación de parentesco con Güido Badaloni, siendo quien le propuso a éste en 1928 establecerse en Mendoza para dejar así su Italia natal. Badaloni, al radicarse en Mendoza comenzó sus actividades como agricultor, más adelante adquirió un camión con el que transportó papas desde Tupungato y, en 1944, compró una parte de la sociedad El Fifí

Un par de años después, Badaloni se asoció con Cayetano Caruso y en 1953 vendieron El Fifí, al incorporar el Expreso Campo de los Andes (E.C.L.A.). Con sus líneas 88 y 89, E.C.L.A. vinculó Mendoza, Tunuyán y el distrito de La Consulta (San Carlos),concluyendo a mediados de la década de 2000. Es oportuno tener en cuenta que la sociedad de Badaloni y Caruso permaneció activa hasta 1972, a partir de entonces ambos iniciaron emprendimientos de transporte en forma independiente.

La flota

Mediante registros fotográficos de época podríamos inferir que, en sus primeros tiempos de actividad, la flota de El Fifí evidenció una notoria modernidad. No obstante, hay que tener en cuenta la diferencia de aquellos caminos que transitaban con los actuales. Los vehículos, por lo tanto, se diseñaron para circular en condiciones difíciles, en muchos casos al límite de sus posibilidades. ¡Cuántas veces se los vio a los propios pasajeros empujar los coches atascados para salir del barro!

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Con el propósito de equipar su flota, Badaloni y Caruso optó durante muchos años por diversos modelos de los formidables chasis suecos Volvo. Los adquirieron en tipología frontal -con motor junto al puesto de conducción- y convencionales, caracterizados por el motor bajo el capó, delante de la cabina. La elección de esa marca automotriz no fue casualidad, ya que dicha sociedad tuvo su representación en Cuyo. Asimismo, la construcción de las carrocerías la confiaron siempre al artesano Ortega. Éste por la calidad de sus producciones podríamos decir que fue uno de los eximios en el rubro, en la franja oeste del país. Su taller estuvo activo durante muchos años en Av. Emilio Civit 144, de la ciudad de Mendoza con tres generaciones de carroceros, cuyos inicios se dieron en España fabricando carruajes. 

La gama cromática aplicada sobre los vehículos resaltó el fondo gris mediano en la parte inferior de las carrocerías, un discreto blanco en el techo y grafismos azules -y a veces negros- aplicados sobre el gris. A partir de los años 60 sumaron una franja horizontal de color rojo, por debajo del nivel inferior de las ventanillas.

Ocaso y agonía

El Fifí estuvo en actividad en Mendoza hasta 1978, aunque su flota mostró signos de obsolescencia mucho antes, diríamos que más o menos desde comienzos de los 60. Por ello la calidad de los servicios fue decayendo de modo progresivo hasta que cesó la concesión. Aproximadamente en 1967 y en un intento por mejorar el parque móvil, sus propietarios adquirieron varios chasis británicos ACLO del modelo Regal Mark VI, todos 0km; fueron cerca de 10. El taller mendocino Carrocerías La Reina -aún hoy, activo- les adaptó veteranas carrocerías de trolebuses Mercedes-Benz O6600T. Creemos que, probablemente, se trató de algunas unidades de aquellas adquiridas por la entonces Empresa de Transportes Mendoza (E.T.M.), activas en nuestro medio entre 1958-1962.

La terminal de la empresa, ámbito de encuentro frecuente de sus pasajeros, estuvo en Primitivo de la Reta 956. Entre los vecinos podríamos mencionar a E.C.L.A. (Amigorena 89) y la muy concurrida fonda Amigorena 85, además de la sede de la Cooperativa Transportes Automotores de Cuyo Ltda. (T.A.C.). Diríamos que esta última, por su importancia, determinó un punto neurálgico de la ciudad, llegando la zona a conocerse popularmente como “Barrio de la Terminal”. Es oportuno señalar que, mucho antes de ser T.A.C., desde los años 30 se la conoció en todo el país como Compañía Internacional Transportes Automóviles (C.I.T.A.), de capitales británicos. En 1948, tras su nacionalización, pasó a denominarse Empresa Nacional de Transportes (E.N.T.) - Zona Cuyo. Recién el 1 de setiembre de 1960 nació en Mendoza como cooperativa.

En el mes de noviembre de 1972, con la inauguración de la Estación Terminal de Ómnibus de Mendoza (E.T.O.M.), todos los servicios de media y larga distancia centraron allí sus puntos de origen y destino. De igual modo, por lo menos en los años 60 y 70, las instalaciones del garaje de El Fifí permanecieron en un galpón de calle Saavedra, San José, a pocos metros de su intersección con Mitre. Ese mismo predio muchos años después lo fue de la empresa Sendas, también -y muy lamentablemente- desaparecida después de la pandemia de COVID-19.

A partir de 1978, al cesar sus servicios, estos se reemplazaron por corto tiempo con colectivos de la entonces Empresa Antártida (línea 53). En julio de 1979 el Gobierno de Mendoza implementó las nuevas concesiones del sistema de transporte público de pasajeros de Mendoza. Desde entonces, la Cooperativa Transportes Automotores de Cuyo Ltda. (T.A.C.) y la Empresa El Rápido, cubrieron estas prestaciones con nuevos recorridos que comenzaron a implementarse.

Aunque algunos ni lo sospechen, El Fifí también estuvo presente también en la vecina provincia de San Luis, operando allí diferentes recorridos. Si bien no hay certeza de que hayan sido los mismos propietarios, lo cierto es que la gama cromática de las dos empresas tuvo las mismas características. La única diferencia es que, en el caso de la puntana, su razón social fue El Fifí San Luis.

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El Fifí en San Luis. En el estribo, su chofer Carlos Orozco.

En su segundo período, comprendido entre 1970-1976, el Municipio de la ciudad de San Luis le renovó solamente el servicio urbano. Fue así a diferencia de su primera etapa, en la que también los prestó en el interior provincial, como Villa de la Quebrada, La Carolina y Balde, entre otras localidades, según señaló el historiador Néstor Menéndez (Diario de la República, San Luis, 5 de diciembre de 2020).

Consideraciones finales

Hay hechos que trascienden el tiempo y creemos que es así porque permanecen en el imaginario social, más allá de las décadas transcurridas. Por ello -y aun hoy- mencionar la empresa El Fifí en la Zona Este provincial, es capaz de evocar la memoria de sus habitantes más antiguos, arrancando lejanos recuerdos y alguna lágrima de ellos. Son quienes la mencionan, en muchos casos, como el medio de transporte que los acercó a Mendoza, desde Medrano o Rivadavia o también a otros sitios intermedios de su recorrido.

En nuestro país hubo pioneros que merecen el reconocimiento de la comunidad y esta transportista, estamos convencidos, lo es. Vaya entonces en estas líneas nuestra especial gratitud por su aporte a la vida social de una extensa franja de la provincia y a su crecimiento económico.

 

* El autor expresa su especial gratitud al Arq. Oscar Razquin por los aportes brindados para la elaboración de esta nota.

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