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Agua Bendita

El renacer de un río: El día que Potrerillos abrió sus venas al desierto mendocino

En un día que se inscribe en la historia de Mendoza, las compuertas del Dique Potrerillos se abrieron para devolver al desierto el pulso vital del agua. Este 18 de enero, las aguas de deshielo trazaron un camino de esperanza y vida, recordándonos la invaluable relación entre el hombre y su entorno natural más precioso

En Mendoza, donde el sol besa con fervor el paisaje árido y las montañas se alzan como custodios de antiguos secretos, el agua es un tesoro más valioso que el oro. Aquí, en este rincón del mundo donde el verde de los viñedos contrasta con la vastedad del desierto, el Dique Potrerillos se erige como una arteria vital que nutre de vida el suelo mendocino. Y es que el agua, ese bien tan preciado, no es meramente un recurso; es el hilo conductor de historias, la promesa de cosechas y la fuente de un legado cultural que se entrelaza con la naturaleza misma de la región.

Éste 18 de enero de 2024 se convirtió en un día emblemático para la provincia, un momento que quedará grabado en la memoria colectiva de los mendocinos. Después de años de espera y planificación meticulosa, la Dirección Hidráulica abrió las compuertas del Dique Potrerillos a las 8:00 AM, liberando las aguas de deshielo acumuladas, que son el alma de esta tierra sedienta.

Este acto no fue solo un procedimiento técnico; fue una danza entre la ingeniería humana y la fuerza indomable de la naturaleza. Turistas y mendocinos fueron testigos de cómo la transparencia cristalina del embalse dio paso a un río turbio y vigoroso, que recorrió su camino ancestral hacia el valle, llevando consigo el alimento de la tierra: el agua de deshielo de las nevadas, esa misma que alimenta la vida en este desierto prodigioso.

Aperturas de Compuertas de Potrerillos - Mendoza
El agua, el río y el verde en plena montaña - Foto: Tomás Lobo

La operación, descrita como exitosa por las autoridades, no estuvo exenta de precauciones. Sirenas y alarmas resonaron a lo largo del valle, no como un augurio de peligro, sino como un llamado a la conciencia sobre la magnitud del evento. La playa de Luján de Cuyo, normalmente un refugio de serenidad, fue cerrada al público como medida de seguridad, y las aguas del río Mendoza se elevaron, marcando el ritmo de un nuevo ciclo.

Aguas Mendocinas emitió un recordatorio a los ciudadanos para que manejen con responsabilidad este regalo de la naturaleza, especialmente en momentos en que el servicio de agua potable podría verse afectado. Este llamado a la solidaridad no es simplemente una cuestión de logística, sino un reflejo del respeto profundo que los mendocinos tienen hacia el agua, esa esencia que da forma a su identidad y preserva su futuro.

La jornada del 18 de enero no solo marcó el cambio en el nivel del embalse y la calidad del agua; simbolizó la renovación de la promesa entre la gente y su entorno. En Mendoza, donde cada gota cuenta, la apertura de las compuertas del Dique Potrerillos es un recordatorio de que la vida en el desierto florece donde el agua fluye, un homenaje a la resiliencia de un pueblo que ha aprendido a convivir en armonía con su tierra.

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