Confesó el crimen
Sólo pasó poco más de un mes para que la Justicia condene al único sospechoso por el crimen de Edgardo Jesús Lucero, de 29 años, ocurrido el 7 de diciembre pasado en la galería Tonsa. En un juicio abreviado, Vladimir Cristian Cayo, de 28 años, confesó su autoría en el hecho este viernes y fue sentenciado a 20 años de prisión.
Cayo, comerciante en un local de celulares del paseo comercial, tenía un cúmulo de pruebas en su contra, por lo que llegó a un acuerdo con la Fiscalía. De esta forma, el asesino admitió su autoría y evitó ir a un juicio. Además, la defensa del ahora condenado eliminó la posibilidad de que en un futuro se agrave la imputación y arriesgue prisión perpetua.
Las pruebas clave
Entre las numerosas pruebas contra Cayo, una de ellas fue determinante en la situación de Cayo. Se trata de las grabaciones de las cámaras de seguridad que captaron a Jesús Lucero ingresando el 7 de diciembre a la galería Tonsa.
Horas después, se vio al asesino sacar el cuerpo oculto en una bolsa de consorcio. Además, se encontraron manchas de sangre en el interior del local comercial de Cayo.
Más allá de la condena, aún falta resolver la responsabilidad del chofer que ayudó al asesino a trasladar el cuerpo de la víctima fatal desde la galería Tonsa hasta Los Corralitos, donde fue enterrado. Actualmente está imputado por encubrimiento agravado, aunque fue liberado ante la hipótesis de que el conductor no sabía que estaba llevando un cadáver en el baúl de su auto.
Por otro lado, resta identificar a una tercera persona que sería un changarín de la galería Tonsa quien también ayudó a Vladimir Cayo a sacar el cadáver desde el interior de su local hasta la vereda del lugar, aunque tampoco se ha podido determinar si sabía qué había en el interior de la bolsa.
Cómo sucedió el crimen en Ciudad
El 7 de diciembre último, Jesús Lucero, de 29 años, se dirigió hacia la Terminal de Ómnibus para visitar a su pareja, una joven que vive en la localidad de Palmira. O al menos esa era la versión que tenía su familia.
Desde entonces, nunca más fue visto por lo que se realizó una denuncia y se comenzó a investigar su paradero. Los pesquisas hicieron un exhaustivo seguimiento con las cámaras de seguridad y notaron que el joven se dirigió hasta la galería Tonsa, donde quedó filmado cuando ingresó, pero nunca cuando salió.
Con la recepción de algunos testimonios en el expediente se estableció la teoría del caso: Jesús Lucero fue hasta un local de venta y reparación de celulares. Allí trabajaba su novia, quien aparentemente había empezado una nueva relación con el dueño del comercio. Esto habría motivado una discusión entre los dos hombres donde Lucero terminó asesinado.
