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Éxito Global

Alejandro Fadel: El Director Mendocino que conquista Netflix y sueña con los Oscar

Un vistazo a la trayectoria de Alejandro Fadel, el cineasta mendocino cuyo trabajo en 'La Sociedad de la Nieve' está capturando corazones en Netflix y generando expectativas en la carrera por los Oscar

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Alejandro Fadel primero es padre. Quizá por eso, mientras lo sacude la ola de un éxito mundial del que es parte esencial, decide buscar las raíces, lo natural, la armonía. Se aparta del ruido de la gran ciudad y comienza un proyecto de permacultura en la finca familiar de Tunuyán.

Mientras la película La sociedad de la nieve arrasa en Netflix y en las salas de cine del planeta y ya está en el grupo chico de los films que competirán por el Oscar, mientras lo llaman de todos lados porque fue director del segundo equipo que realizó la filmación que comandó el español Juan Antonio Bayona, Alejandro es especialmente padre de una niña de siete años que acaba de mudarse y se pregunta cómo serán los niños mendocinos y si podrá hacer amigos entre ellos.

Esquivando las cajas sin abrir de la mudanza y atendiendo los reclamos de la niña, papá Fadel seguramente se pregunta cómo combinará todo esto; su vida de agricultor orgánico, su paternidad, el dejar Buenos Aires después de 25 años y el ser un cineasta exitoso, conocido, requerido por los mejores directores del país y, ahora, también del exterior.

“Cada uno hace su propia búsqueda”, dice, refiriéndose a su larga experiencia como guionista, que incluye Leonera, Carancho, Elefante blanco y tantas más. Pero también la frase se aplica a su vida. Después de todo, ¿quién que no esté buscando elegiría escaparse del ruido cuando el ruido también es su propio éxito?

“En pandemia, con mi mujer, hicimos una huertita en la terraza y siempre quisimos ver si podíamos seguir con esto”. Entonces, ahora se vinieron a Tunuyán, a la finca familiar, a seguir con el proyecto.

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Alejandro Fadel volvió a vivir a Mendoza

Alejandro dice que, cuando quiere contar una historia, en principio hay que “dejarse llevar por la intuición”. Será por eso que hace todo lo que hace.

Borges se definía como un lector, por sobre todo. Alejandro Fadel se define como un cinéfilo, recordando la pasión por el cine que cultiva desde niño, cuando tenía 13 años y empezó a alquilar películas compulsivamente y después grabarlas. Alejandro es, ahora con 43 años, un cinéfilo cineasta. “Cuando ya había visto todo lo que había en Tunuyán, viajaba a Mendoza, alquilaba películas por una semana, las grababa en casa y a la semana siguiente repetía el viaje”, recuerda.

Después, al terminar el secundario, se planteó que eso que tanto le gustaba “podía ser una forma de vida y, con el apoyo de la familia, me fui a Buenos Aires” y se inscribió en la carrera de cine.

Los primeros trabajos vinieron cuando estaba terminando de estudiar. Con Santiago Mitre (director de Argentina 1985) trabajaron juntos durante diez años, especialmente escribiendo guiones mientras alimentaban su experiencia. Hoy mantienen una estrecha amistad.

Fueron 25 años de trabajo intenso en Buenos Aires, vida que ahora está dentro de las cajas de la mudanza. Ejerció un montón de roles: intérprete, director, guionista, asistente de dirección, productor, productor asociado, trabajó en montaje, si hubiera estudiado música también hubiera hecho bandas de sonido. Talento y compulsión al trabajo le sobra.

Ahora llegó el éxito de La sociedad de la nieve, que bien podría ser un momento clave en su carrera, pero dice que “hubo muchísimos momentos en todos estos años, centenares de cosas que se van sucediendo y todas tienen una enorme importancia. No podría elegir uno solo por sobre los otros, ni siquiera este”.

Es inevitable no hablar del presente. Entonces, es inevitable hablar de cultura y el desfinanciamiento que pretende el gobierno nacional. Alejandro Fadel es contundente: “Es una mirada muy pobre. No todo es medible, no todo son números. Una vida sin cultura no tiene belleza y sin belleza la vida no vale nada”.

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Han pasado cincuenta años de la tragedia de los Andes, la historia ya había llegado al cine, a la literatura, a los documentales y, pese a eso, sigue conmoviendo al mundo ahora que vuelve a las pantallas. ¿Por qué? Seguramente por sus múltiples condimentos: la tragedia de una delegación deportiva, la edad de sus integrantes, la catástrofe aérea, la supervivencia y todo lo que eso implicó. Alejandro Fadel subraya “el humanismo. En estos tiempos en que impera el sálvese quien pueda, el individualismo, esta historia con alto grado de humanidad, que es posible salvarse entre todos”.

Alejandro habla rápido. Ya está en Mendoza, pero aún tiene el ritmo de ciudad. Además, debe desembalar. Todo debe desembalar. Ya se irá acostumbrando.


 

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