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Historias de por acá

Elías, el niño de Junín que, con sus actos, le da sentido a la vida

No es un superhéroe. Apenas es un niño de 11 años que está aprendiendo a hacer las cosas bien, como devolver un teléfono celular que encontró en el colectivo mientras volvía de la escuela y que resultó ser un elemento fundamental para una pareja de trabajadores.

Elías de Junin

Hay pequeños gestos, pequeñas acciones que hacen que este mundo conserve algo de sentido. Todos los días suceden algunas cosas que hacen
que la vida sea mejor, que haya alguna esperanza en este presente tan complejo, tan difícil, muchas veces tan cruel. Elías y sus acciones son parte de esa pequeña felicidad que sobrevive entre tanta tristeza.

Se llama Elías Domínguez, tiene 11 años, va a quinto grado a una escuela de Barriales y vive en la ciudad de Junín. No es un superhéroe, solo es una pequeña buena persona, un niño que está aprendiendo a reaccionar solidariamente, con criterio justo, con empatía.

Elías va a la escuela 1-251 Presidente Marcelo Torcuato de Alvear, en Barriales. Vive cerca de la escuela Arboit, en la ciudad de Junín. Es hijo de Vanesa del Valle (36), que ama de casa, y de Pablo Domínguez (43), que es mecánico, especialista en tren delantero. Es el menor de tres hermanos, que tienen 20, 18 y 12. Le apasiona el fútbol, entrena en un equipo de Rivadavia de martes a viernes y adora a Lionel Messi. 

Sueña con ser futbolista. Pero también ama la música y toca la trompeta en un grupo de iglesia. Arriesgaré en este párrafo la primera persona por más que las formas periodísticas no lo recomienden. Pero ocurre que, desde que su madre me contó que es trompetista, no deja de sonar en mi cabeza Salzanitos, un tema de Daniel Salzano y Mario Oyarbide, que fue conocida a fines de los 80 por la interpretación de Juan Carlos Baglietto.
“Mis hijos serán trompetistas o no serán nada Les prohíbo; cirujanos, arquitectos Mucho menos banqueros, hombres de la bolsa
Serán trompetistas, maravillas desde chicos (…)”

Esta semana, un día de esos, Elías salió de su escuela a las 13, como siempre. Como siempre se tomó el micro de línea hacia Junín. Como siempre subieron con él otros compañeros y algunas maestras. “En un momento ve que, debajo de un asiento, algo brillaba. Se agacha y lo levanta. Era un teléfono celular”, cuenta Vanesa, la mamá de Elías. “Levanta el teléfono y piensa en dárselo al que venía sentado en el asiento de adelante… pero no había nadie. Entonces la llamó a una de las maestras de su escuela que viajaba en el micro (María del Carmen López), porque el micro estaba llegando a la plaza de Junín y él se tenía que bajar, le contó que lo había encontrado”, recuerda.

Al teléfono ingresó en ese momento una llamada. Era de la esposa del dueño, que resultaron ser una pareja de trabajadores. “Fue muy importante para ellos recuperar el celular, que fue reintegrado a las 20 de ese mismo día. Estaban muy agradecidos”, dijo Patricia Leda, también maestra de la misma escuela Marcelo T. de Alvear.

El costo de un celular nuevo significa para muchos, restringir los gastos de seis meses al menos para poder comprar uno nuevo. Para la mayoría de los trabajadores, es prácticamente imposible reponerlo e implica que la comunicación y organización familiar diaria se resienta y se complique
muchísimo. Por eso, si bien no es una gesta heroica, la acción de Elías fue tan importante. “También hay que pensar lo que significa para un niño de 11 años tener un celular en la actualidad. Y Elías no dudó en ningún momento sobre lo que debía hacer”, resalta la maestra Patricia, quien contó que “fue reconocido en la escuela por esta acción”.

Vanesa, dice que su hijo Elías, “es muy servicial, siempre atento a lo que se necesita en la casa. Le gusta ayudar y es muy alegre”. Hoy juega de 3 en una categoría infantil de la Liga Rivadaviense, adora a Messi y al Piti Martínez, ya que es hincha de River.

Sigue cantando Baglietto:

“Serán trompetistas, maravillas desde chicos
En el zapato de reyes, la corchea
En el otro zapato, el de las fucsias
Después les compro la bolsa, la vida
Les doy almanaques de caballos
Les compro aparatos con cosquillas
Y los pongo contra el cielo (…)”

A veces la vida funciona. Casi siempre es por cosas simples. Simples, como Elías. Tan así, nomás.

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