Mendoza Ayer y Hoy
Como ya citamos, el 20 de marzo de 1861, pasadas las 20.30 un terremoto de magnitud 7,5 en la escala Richter y 9 en la Mercalli destruyó la ciudad de Mendoza. Muchos habitantes murieron durante el sismo, pero lo que vino después fue horroroso. Una gran cantidad de sobrevivientes, atrapados entre los escombros, perecieron debido a los incendios -producidos por los sistemas de iluminación a kerosene y bencina- y por los desbordes de los cauces de agua. Los bomberos y socorristas demoraron cuatro días en apagar las llamas. Se calculan entre 4.000 y 5.000 los muertos, en una población que no llegaba a los 12.000 habitantes. 
Como si fuera poco, la ciudad convertida en ruinas se transformó en terreno ideal para los saqueadores. Llegaban con mulas buscando objetos de oro y de plata en medio de los escombros de casas y de iglesias. Si te preguntaste alguna vez por el origen del nombre de las calles de Mendoza aquí va un dato revelador.
En medio de la devastación y el desorden –recordemos que el gobernador Laureano Nazar estaba desolado por la muerte de sus tres hijos durante el terremoto– el jefe de policía, coronel José Manuel Olascoaga, organizó las tareas de rescate y fue el encargado de recuperar el orden en medio del caos. Se impuso la ley marcial y se condenó a los saqueadores a ser fusilados, pena que se aplicó en más de una ocasión. 
Y aquí va otro dato poco conocido. Tiempo antes del terremoto, había llegado a la provincia el naturalista francés Auguste Bravard. Se encontraba haciendo estudios geológicos cuando notó ciertas irregularidades y anticipó un posible cataclismo. Estaba a punto de continuar viaje hacia Chile para seguir con sus investigaciones, pero le esperaba un destino trágico: murió durante el sismo. Su cuerpo fue encontrado entre los escombros del hotel donde se hospedaba. En apariencia, una víctima más. Pero su muerte sería un inesperado eslabón en la complicada trama de la historia. O del destino, como se prefiera. 
Ruinas de San Francisco – Circa 1880
Al enterarse de la tragedia ocurrida en Mendoza, otro francés - de profesión agrimensor- se apuró en viajar a la provincia y buscar a su gran amigo Auguste Bravard, sólo para descubrir que había fallecido durante el terremoto. Intentó recuperar su cuerpo, pero no lo logró. Años antes habían llegado juntos a la Argentina para realizar estudios geológicos, pero se separaron en Buenos Aires. Sin saberlo en ese momento, el nombre del amigo francés iba a quedar ligado para siempre a la historia provincial: Julio Balloffet. En el futuro, él sería el encargado de planificar la reconstrucción de la ciudad. 
Durante los días posteriores al gran terremoto, los sobrevivientes debieron enfrentarse a otras desoladoras consecuencias: el hambre y la falta de insumos médicos. Las condiciones sanitarias eran desesperantes ya que los cadáveres se pudrían entre los escombros y faltaba asistencia para la enorme cantidad de heridos.
La noticia llegó hasta Europa e impactó en una joven nacida en Mendoza pero que vivía en Francia: Mercedes, la hija de José de San Martín. Junto a su esposo, Mariano Balcarce, organizaron una colecta y enviaron la suma de once mil francos para ayudar a las víctimas de la catástrofe ocurrida en su querida tierra natal. 
Tiempo después de ocurrida la tragedia, el fotógrafo Benito Cerrutti registraba una imagen de belleza elocuente, una imagen que dice mucho para quien sepa leer entre líneas. Entre los restos de la iglesia de San Francisco, un árbol permanece de pie en medio de la destrucción. A su lado, una pila de ladrillos ha sido ordenada para ser parte de la reconstrucción de la ciudad. Trabajo y espíritu de supervivencia. Poesía pura en forma de fotografía. 
El terremoto marcó para siempre la historia de Mendoza. En nuestra próxima entrega, la importancia de Julio Ballofet en la reconstrucción de la ciudad y el papel de las plazas en el nuevo trazado.
Hasta nuestro próximo encuentro en el que daremos un paso atrás en el tiempo, recuperando nuestro pasado en imágenes.
