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Basta de impunidad

Por un real derecho a la verdad, a la memoria y la justicia

A cuarenta años de que Argentina vuelva al orden democrático cinco personas trans prestan declaración por primera vez en un juicio de lesa humanidad que se vuelve histórico por la novedad.

melody travesticidio

Cuarenta años le ha llevado a una de las instituciones que conforman la República poder oír los relatos travestis/trans sobre los hechos de los que son responsables quienes detentaron el poder absoluto para transformar las relaciones sociales existentes.

En Argentina un poder dictatorial operó para instaurar un orden que lo abarcó todo a lo largo de siete años y medio, pero que no todos los cuerpos de ese todo hemos sido convocados a formar parte del relato oficial cuestión que hoy comienza a subsanarse. Es un desafío indagar cómo esos cuerpos fueron sometidos, amedrentados, aterrorizados, adiestrados y la especificidad con que se realizó la inteligencia para ello y es quizás un imposible rastrear los modos en que fueron desaparecidos aquellos cuerpos que no lograron huir o que al momento eran mayores y dejaban de poseer lo único que intuimos mantuvo vivos a estos que hoy declaran: su juventud y su atractivo de fetiche para el perpetrador.

La memoria de estas sobrevivientes y el ejercicio de escucha son un primer ejercicio heurístico, aquel que nos lleve a acrecentar el conocimiento pero se dejó pasar mucho tiempo. No basta con determinar la culpabilidad de los perpetradores si no hacemos un movimiento para conocernos a través de ellos, conocer cómo está constituida nuestra compleja identidad como sociedad. Se pregunta una de las víctimas: cómo entender la tremenda contradicción entre el ejercicio de violencia tan cruel si nos deseaban sexualmente tanto a la vez. Deberíamos pensar no en una sociedad escindida entre quienes desean y quienes odian los cuerpos travestis sino esas emociones viviendo en un mismo cuerpo capaz de desear y odiar.

Entendiendo que gracias a los trabajos realizados por el propio colectivo queda ampliamente demostrado que la violencia hacia la comunidad travesti debe entenderse en términos de continuum.

A pesar de algunas variaciones de intensidad, la violencia sufrida no presenta discontinuidades abruptas y por ende poder visibilizar la violencia y su especificidad en el proceso dictatorial no hace otra cosa que abrir un debate obligado sobre estas continuidades sobre todo hacia el presente.

Aquí vale mencionar que no muchas víctimas lograron exiliarse de inmediato, muchas eran menores de edad y salvo aquellas cuyos familiares emanciparon con ese fin la mayoría debió subsistir hasta la mayoría de edad, hasta conseguir tener papeles en orden, y poder tener el costo para enfrentar el viaje al exterior y aún así esconderse hasta estar efectivamente dentro del avión que las traslade pues podían ser sujetas de impedimento para subir al vuelo.

Si analizamos las causas principales por las que entendemos que es un "tipo ideal" de crimen de lesa humanidad podemos ver que: nos siguen asesinando.

Exterminio: las condiciones a las que somos expuestas de manera estructural entre las que se encuentran el abandono sanitario, la pobreza extrema, la exposición a contraer enfermedades en la situación de prostitución nos mantiene en un promedio de vida de 32 años mientras el de la media social asciende a 76 años.

Esclavitud: como derecho de propiedad sobre una persona, puede interpretarse si podemos ver el sistema de control, distribución y ritmo laboral que construyó el sistema policial sobre los cuerpos travestis que incluyen menores de edad; y otras formas de esclavitud económica que se dieron entre otros actores sociales como el sistema de alquiler de viviendas precarias o medias y servicios de transporte en que las personas travestis se veían obligadas a pagar grandes sumas bajo la amenaza de expulsión o delación, entre otras más sutiles que incluyen a familiares directos.

Traslado Forzoso: debe comprenderse primero en la expulsión del seno familiar heterosexual a la calle las que pone a los cuerpos en alta vulnerabilidad sobre todo contando con que esta expulsión sucede a partir de los 13 años. Para luego entender que el traslado forzoso era permanente de provincia en provincia buscando no ser carne de presidio, amenaza o explotación sexual y el traslado a otros países como una solución de mayor sustentabilidad.

Encarcelamiento: es lo de mayor explicitud donde la causa es siempre sin que se halle ningún bien jurídico protegido en riesgo, siempre sin debido proceso, igualdad ante la ley ni derecho a una defensa en juicio justo entre otras atrocidades jurídicas como que el juez en primera instancia para estos cuerpos era un comisario policial.

Tortura: son numerosos los casos, institucionalizados o los supuestamente cometidos por civiles, en donde los cuerpos de víctimas de travesticidios muestran signos de diversas modos de tortura.

Violación, esclavitud sexual, prostitución y la persecución son algo mucho más que evidente si podemos ver que las personas son llevadas a su ejercicio siendo menores de edad y por miedo y hambre mientras que la desaparición de personas es algo de difícil comprobación puesto que sólo las relaciones de amistad son la única red de protección y no tenemos derecho a reclamar cuando desaparecemos por no tener vínculos de consanguinidad.

Entonces, si el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad ante la ley, a decidir con autonomía un plan de vida propio son enmarcadas en el concepto de Ius Cogens, aquellas de carácter imperativo que no admiten alteración o exclusión, no está más que mínimamente garantizadas es dable preguntar si aún con otras leyes de avanzada en términos de inclusión del colectivo travesti/trans que no son efectivas al momento de hacerse reclamadas por meras cuestiones administrativas y con estas primeras intenciones en el ámbito jurídico de dar voz a las víctimas es suficiente para tener esperanza en que el colectivo llegue pronto a ser incluido dentro de los límites de la democracia.

En términos personales este hecho histórico no me es suficiente, exijo que nos quiten la vergüenza, la culpa y el dolor que arrastran estas primeras voces que han estado asfixiándose por al menos 45 años mientras el resto se reparte derechos sociales, políticos, culturales y sobre todo económicos.

Exijo un profundo ejercicio de elucidación que nos dé real derecho a la verdad, a la memoria y la justicia.

Por Marlene Wayar, psicóloga social, referente fundamental del activismo travesti y trans local y regional, coordinadora general de Futuro Trans. Declaró como testigo de contexto en el juicio "Brigadas" por delitos de lesa humanidad en La Plata, donde cinco integrantes del colectivo declararon por primera vez como sobrevivientes de la dictadura.

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