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La historia de Jorge “Rulo” Becerra, el chico nacido en San Luis, el 4 de diciembre de 1950, es muy singular y tiene picos de actividad histórica en muchas etapas de su vida. Se radicó en Mendoza y su estatura alta lo llevaron a jugar al básquetbol y destacarse por su talento y sus movimientos.
Como jugador llegó a la Selección Argentina y participó de un Mundial, se recibió de Ingeniero en Electrónica, como dirigente fue la autoridad máxima del Mundial de Argentina 1990 y tuvo estrecha relación con el gobierno de Carlos Menem, además en su vida particular conoció a su esposa Ana María Scola y fue cuñado de Mario y tío consejero de su sobrino Luis Scola, uno de los máximos referentes del básquetbol argentino de todos los tiempos.
En Mendoza
Este muchacho demostró su habilidad en el club Guillermo Cano, del barrio homónimo, en el Oeste de la Capital mendocina. Llegaron las convocatorias en las selecciones de Mendoza en los torneos Argentinos y fue parte de la época más gloriosa del club Cano. Siempre se recuerdan las finales de fines de los sesenta y principios de los setenta con Guillermo Cano y Andes Talleres como protagonistas. 
Llegaron las convocatorias a la Selección Argentina como en el Panamericano de 1971 y varios equipos de Buenos Aires reclamaban su presencia. El torneo de la Federación Metropolitana se fue haciendo más profesional y Jorge acepto la propuesta de Obras Sanitarias que tenía un equipo poderoso y pagaba muy bien.
Jugador en el Mundial de 1974
La séptima edición del Campeonato Mundial se jugó en Puerto Rico con 14 participantes de 3 al 14 de julio de 1974.
Mientras la delegación argentina esperaba las valijas en el aeropuerto de la isla de Puerto Rico, el 1 de julio de 1974, Jorge “Rulo” Becerra, de conocida militancia en el partido justicialista, fue el primero en recibir la noticia de la muerte del Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, por lo que el equipo llevó luto en el debut ante los españoles. 
En la página de la Confederación Argentina de Básquetbol se resume el torneo así.
-Con la experiencia recogida en 1967 el entrenador Miguel Ripullone conformó un plantel mezclando veteranos de calidad, con jóvenes que venían consolidándose, junto a varios campeones juveniles. Además, por primera vez en la historia se realizó una gira por Europa (20 partidos) para acercarse al ritmo internacional.
A Argentina no le tocó un grupo sencillo, más bien la clasificación resultaba utópica. Para pasar de ronda debía vencer a España, justo en el debut. A pesar de un gran primer tiempo, en el que se terminó al frente, en la segunda mitad, el subcampeón de Europa impuso su superioridad y marcó diferencias (ganó España 96-89, con 7 puntos de Becerra para Argentina). La derrota casi condenó a los argentinos a la ronda consuelo, más allá de la amplia victoria ante Filipinas (111 a 90, con 4 puntos de Becerra), ya que en el cierre del grupo enfrentó al juvenil universitario Estados Unidos (19,7 años de promedio de edad), y fue derrota por 106 a 89.
En la reclasificación, ante rivales de un nivel similar o menor, Argentina no pudo mejorar su producción. Luego de la aplastante victoria ante República Centroafricana en el comienzo, logrando su récord anotador mundialista 121 a 70, con 2 de Becerra), ya no pudo volver a ganar y sufrió tres derrotas sucesivas. Ante Australia (102 a 100, con 2 de Becerra) y frente un rival parejo como México 96-94 con 9 de Becerra) tuvo caídas apretadas. En cambio, ante Checoslovaquia (113 a 91, no convirtió Becerra), cuarto en el Europeo 1973, sufrió una paliza categórica, que decretó su undécima posición final.
El campeón fue Unión Soviética y segundo Yugoslavia.
Otra vez Ernesto Finito Gehrmann se mezcló entre los mejores anotadores del Mundial, ubicándose quinto entre los más goleadores.
Su relación en pareja y su sobrino Luis
Por motivos políticos conoció en esos tiempos a Ana María Scola y formaron pareja. La compañera de Jorge tenía un hermano que también jugaba al básquetbol. Porque Mario Scola (2,02 metros) se inició en AFALP en Palomar. Después Mario tuvo una interesante trayectoria entre 1973 y 1988, tuvo pasos destacados por Obras, Ferro, Boca, Vélez Sarsfield y Náutico Hacoaj. Incluso fue subcampeón sudamericano (1975) con la Selección argentina juvenil (goleador del equipo con 13,8 puntos) y llegó a la selección mayor a fines de los 70.
En la casa materna de los Scola y en las de sus hijos el tema central era el básquetbol. Y a partir del 30 de abril de 1980, con la llegada de Luis, en la familia de Mario y Alicia Balvoa, el pequeño gigante fue la atracción.
Luisito se crió escuchando las charlas de su pará Mario y su tío Jorge. En el libro de Mauricio Codocea, Luis Scola El abanderado, cuenta: “Permanentemente en el marco de hablar de básquetbol, se hablaba de la Selección. Y Luis nos escuchaba mucho. Jorge siempre contaba cosas, nosotros leíamos los diarios, teníamos recortes y Luis se enamoró”. 
Como máximo dirigente del Mundial 1990
En 1990 con Carlos Menem como presidente, Argentina organizó el Mundial del 8 al 19 de agosto de 1990. Nuestro país estaba sumido en un momento de hiperinflación (algo que no es nuevo y se repite por los años) y para Menem era muy importante el apoyo al deporte en las actividades internacionales.
Como la CABB (Confederación Argentina de Básquetbol) no había sido efectiva en la organización a los requerimientos de FIBA (Federación Internacional de Básquetbol), especialmente en la capacidad de los estadios, se determinó que la Secretaría de Deportes, en cabezada por Fernando Galmarini, tomase el control de la organización del Mundial. Para eso se creó una sociedad del estado, CEMBA.
Jorge Becerra fue el elegido para dirigir ese ente estatal que se disolvería una vez terminado el Mundial. En esos tiempos nuestro país no tenía los estadios techados de la actualidad y se decidió elegir el Luna Park como la sede central del campeonato.
Luisito lo volvió loco para que su tío lo llevara a los partidos y por eso lo anotó como uno de los pasa-pelotas junto a otros compañeritos. Aquel chico de 10 años, que ya medía 1,70 tenía la posibilidad de ver a los jugadores como los yugoslavos Drazen Petrovic y Vlade Divac o el soviético Volkov que ya jugaban en la NBA. Fue la última vez que jugaron como Yugoslavia y Unión Soviética antes de dividirse en varias naciones, que siguen siendo potencias como Serbia, Croacia, Rusia, Lituania, Ucrania…
El chico se sacaba fotos con los jugadores famosos, pero cuando fue a revelar el rollo sólo se pudo rescatar un par de fotos. Años después el pibe enfrentó a varios de los que jugaron ese Mundial en 1990.
En su profesión
“Rulo” Becerra mientras jugaba en Obras en la ciudad de Buenos Aires, durante los años setenta, dejó de jugar durante 8 meses para intensificar y sacar las materias que le quedaban para terminar su carrera en Ingeniería en electrónica. 
Además, fue fundador y primer presidente de la Asociación de Jugadores de básquetbol en los años ochenta cuando ya flotaba la idea de la Liga Nacional de Básquetbol de la mano de León Najnudel. Becerra estaba en contra de varios de los fundamentos que tuvo la Liga en sus orígenes.
Se alejó del básquetbol y estuvo ligado a otras funciones ligadas a la Ingeniería y al deporte. Dictó clases, dio conferencias, disertó sobre muchos aspectos para el crecimiento del profesional en todos los ámbitos.
Nunca se olvidó de su querido club Guillermo Cano y en una nota para Salto Inicial le decía a Gustavo Villarroel: “Tengo una visión algo distinta a la triunfalista, que es la que se está imponiendo ahora, el mejor equipo es aquel en donde uno disfruta la práctica del deporte y se siente feliz jugando y si gana mucho mejor. Ese equipo es sin duda el de Barrio Cano con el Pepa Falcioni, el Lulú Sochi, el Osvaldo Trillo, el Ñato Batiz, el Raúl Castromán, el Loco Capello, el Flaco Evans, el Polo Galafassi, el Pedro Jalif, el Chango y el Chalo Valero el Pilucho Fragapane, el Chiquito Zulliger, el Luis Vals, y varios más, porque en el básquet para triunfar necesitás muchos más de cinco”.
Cada vez que viene a Mendoza se junta a ver a sus amigos como Pachi Romero y Manolo Garcés, que fue rival y compañero en selecciones mendocinas. Tiene un gran recuerdo del director técnico Pedro Bátiz por todos los fundamentos esenciales que le enseñó.
Precisamente Manolo, contó en su Facebook que Jorge le contó una anécdota: “Me escribe mi sobrino Luis Scola y me dice: 'Hola tío, te cuento una cosa graciosa que pasó hoy. Vino Dan Peterson, entrenador legendario del Olimpia Milano (equipo donde estoy jugando yo ahora-2021-) con un par de Euroligas ganadas y demás.
'En un momento nos cuenta un poco su historia y nos dice que al final de los '70 principio de los '80 se va a dirigir a Chile y ahí nació su rivalidad con los argentinos ya que no les podía ganar. Nombra a Cadillac, Rafaelli, Cabrera y alguno más...
'Y ahí me dice...'pero el único que nunca…nunca pudimos parar era uno que se llamaba Jorge Becerra. 
'Le dije que sos mi tío y no lo podía creer. Se reía. Dice que no te quiere ni ver cerca ja ja. Te manda saludos... No sé si te acordarás pero no importa, fue gracioso igual'”.
A los 72 años este hombre que transitó por el básquetbol como jugador y dirigente, quedó viudo y volvió a formar pareja. Tiene 4 hijos y muchos nietos. Y goza del prestigio, el cariño de una persona como Luis Scola que en cada reunión familiar todavía escucha las enseñanzas de su tío.
