En el año 1896 se firmó el decreto que ordenaba la creación del Parque del Oeste y al año siguiente comenzaron a plantarse diversas especies vegetales. Pero no fue hasta 1906 que se iniciaron las obras del lago. Su objetivo era la provisión de agua para riego y también para uso recreativo.
La tarea fue ardua ya que hubo que cavar un pozo de un kilómetro de largo por cien metros de ancho. Hasta se usó un pequeño tren para mover la enorme cantidad de tierra que generó la excavación.
Una de las primeras construcciones levantadas en el entorno del lago fue el Club Mendoza de Regatas, obra del ingeniero Juan Molina Civit. Fue inaugurado en 1909.
Una de las modernas características del club era las gradas orientadas hacia el lago y que permitían que el público disfrutara justamente de las regatas o competencias de remo. Estas escalinatas o graderías estaban destinadas a los socios del club.
En la orilla opuesta al club Regatas se ubicaba un paseo en el que el público en general podía disfrutar de las competencias. En la siguiente imagen se puede apreciar el margen este del lago, cuando aún no existía el Rosedal.
Diez años después de la construcción del club, en 1919, se inauguraba el Rosedal. En sus comienzos se lo llamaba la Rosaleda y fue impulsado por el gobernador José Néstor Lencinas. Proyectado por Raúl Jacinto Álvarez, el primer arquitecto mendocino, su objetivo era brindar nuevos espacios recreativos en el interior del parque. A comienzos de 1920 así se veía la entrada al Rosedal.
En la década de 1960 se comenzó a practicar otro deporte acuático en las aguas del lago. Tanto desde las gradas del club como desde el Rosedal el público se agolpaba para disfrutar de esta práctica poco habitual: la motonáutica. Las carreras de lanchas a motor no duraron mucho tiempo pero fueron un verdadero furor.
Y esto es todo por hoy. En nuestro próximo encuentro seguiremos recorriendo el lago del Parque y recordaremos dos clásicos: La Cuyanita y el edificio Playas serranas. Hasta entonces.