POR VIOLENCIA DE GÉNERO
Hasta el pasado 12 de abril, cuando su esposa Verónica Macías lo denunció por primera vez por violencia de género, seguramente a Cacho Garay nunca se le pasó por la cabeza todo el vendaval de problemas que llegarían después a su vida. Y mucho menos que dejaría de figurar en los medios por su particular humor y pasaría a ser protagonista de notas y fotos que lo empezaron a vincular de lleno con el rubro judicial.
Aquel día, el popular humorista mendocino que supo tocar el cielo con las manos cuando irrumpió el programa de Marcelo Tinelli para contar chistes, comenzó a vivir una pesadilla de la que no se puede despertar. Desde esa denuncia de su compañera de vida, a Garay se le cerraron todas las puertas que tenía abiertas: fue imputado, le encontraron un arsenal en su casa y nunca más pudo retomar su carrera artística como comediante. Todo lo contrario: sus productores le cancelaron todos los shows que tenía previsto realizar.
Por eso, a la complicada situación judicial que comenzó a padecer, el comediante oriundo de Luján de Cuyo le sumó la penuria económica que le provocó tener que olvidarse de subir a un escenario para mostrar sus dotes para hacer reír.
Garay, de 69 años, estuvo detenido un día tras ser imputado por violencia de género contra su pareja, quien también fue su compañera de escenario en sus presentaciones. Y si bien recuperó la libertad luego de pagar una fianza de un millón de pesos, la Justicia le impuso una exclusión de su vivienda de Luján Cuyo; es decir que no puede acercarse al inmueble y a su esposa por un largo tiempo.
“Estoy muy tranquilo y todo lo que se dijo deberá ser probado”, dijo Garay al salir de la oficina fiscal 11 y ante el saludo y aliento de quienes pasaban por el lugar en ese momento.
Sin embargo, unos días después cayó otro adoquín sobre la cabeza del humorista: fue imputado por los delitos de abuso sexual reiterado y privación ilegítima de la libertad agravada, otra vez en perjuicio de su ex pareja, Verónica Macías, quien lo volvió a denunciar.
En este sentido, según dispuso el juez Daniel Carniello, Garay empezó a cumplir prisión domiciliaria y hasta pensaron en ponerle una tobillera eléctrica.
Hasta que llegó una nueva medida judicial, esta vez a cargo del juez Manuel Pina, quien avaló las pericias psiquiátricas de Verónica Macías e hizo lugar al pedido de prisión preventiva para Garay, aunque siguió con domiciliaria en la casa de una hermana en Coquimbito, Maipú.
El magistrado aprobó la legalidad de esos informes presentados por Macías y consideró que hay pruebas suficientes para sostener la detención del comediante lujanino.
Y cuando parecía que se habían calmado las aguas al menos por un tiempo, este miércoles la justicia le asestó un nuevo golpe a la moral de Cacho Garay, quien recibió una nueva imputación a raíz de que, consideraron, violó la prohibición de acercamiento al realizar la semana pasada una llamada telefónica a su exmujer, en la que el humorista no emitió palabra alguna y sólo se escuchó sonido ambiente.
En los próximos días, la Justicia determinará los pasos a seguir con la situación de Cacho Garay. Algo es cierto: está complicado. Cada vez más. Lejos quedó la fama de VideoMatch. Lejos quedó un sinfín de presentaciones que hizo para hacer reír a los argentinos. Su realidad es otra muy distinta. Está contra la espada y la pared. Por estos días, su libertad pende de un hilo.
