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Homenaje a Cantero

"Un enano suelto en San José"

Texto escrito en 2016 en ocasión de la visita de Horacio Marciano Cantero al club Atlético Argentino, en San José, Guaymallén.

marciano cantero en Atlético Argentino

Por Fernando Montaña Berdugo; periodista, escritor y músico mendocino

Hay recuerdos que no voy a olvidar. Voleas implacables de Andrés Molina, golazos de chanfles de Quique Lucero, piques imparables de Carlos Ereros, dinámica impensada de Zolorza, locuras de Ugliardi y Uicich, talento savage de un Emeterio Lucero y paredes indestructibles de un Pacheco, un Marlia, un Cloquell, un Evaristo Lucero, verdaderos muros, verdaderos The Wall de color albiceleste. 
Y así como tantas jugadas establecieron una línea de tiempo inmortal en esta alma sanjosina, hubo quienes inmortalizaron a la Academia, como si hubiesen hecho el gol en una final ante la Lepra. Uno de ellos es Marciano Cantero, quien en ese verdadero manifiesto -canción llamado “Aún sigo cantando”, resume en una frase nuestro sentir futbolero y albiceleste. 
“¿Qué le habrá pasado a la vida, que sin quererlo ya ni me acuerdo? Cuando con mi viejo iba a la cancha a ver aquel Atlético”, canta el marciano junto a Los Enanos. 
Imposible no sentir como la emoción se nos sube a la cabeza cuando escuchamos esa frase.  Sus palabras nos remiten a una imagen  technicolor o sepia en nuestro galpón de los recuerdos y nos damos cuenta que en esa poesía está resumida buena parte de nuestra infancia.  Al igual que la vez que  fuimos al Circo Sarrasani, a los Titanes en el Ring o al estreno de Súperman en el cine Cóndor, también recordamos que la primera vez que fuimos a la cancha fue con nuestro viejo o un hermano mayor.

La canción es de todos (si lo sabrá Marciano) y cualquiera puede identificarse más allá de los colores. Allí andan los de Atlético Tucumán, o Atlético Nacional de Medellín canturreándola, pero para nuestro orgullo, para nuestra estirpe académica, nosotros sabemos de qué Atlético habla Marciano. Sabemos que transitó las mismas calles que nosotros y también se sentó en la misma popular que nos sentamos hoy y que festejó goles de nuestra equipo. Que es del Atlético Argentino, igual que nosotros.
Marciano cultivó ese afecto por la Academia gracias su viejo, el cacho, aquel que fue vicepresidente y consejero en la Liga. Ese señor que fue  testigo de la conversión del club, allí cuando todo era nada y nada al principio. Cuando de Nacional- velez Sarsfield-Pacífico pasó a llamarse Atlético Argentino. Y cuando de la Sexta Sección, allí en la calle Perú, el club se radicó en la Mitre de San José.
De la mano del cachito, en tiempos que las barras no era de cereal ni tan bravas, y sí barras de amigos para  juntarse a escuchar y tocar rock and roll en el garaje o para lucirse en el estadio de una plaza, Marciano llegó a la legendaria calle Mitre para solazarse con algún gol de Quique Lucero o disfrutar en los entretiempos de las exposiciones de sabiondos opinólogos fobaleros y de los sanguchitos de jamón y queso que hacía el León Baccarello en la cantina con metegol y olor a pan. 
Ese paso insoslayable de su niñez construyó toda una historia de amor con el Atlético Argentino. Años después cuando la música marcó cuatro en su vida y con los Enanitos Verdes giró por toda América Latina, el Marciano se dio el gusto de tributar a su amada Academia , con el “Aun sigo cantando”. Para nosotros que profesamos la religión albiceleste es un episodio único en nuestras vidas. Un grito de gol eterno. Gracias Marciano Cantero, por esa alegría.

UN ENANO SUELTO EN SAN JOSE  | Por Fernando Montaña Berdugo (escrito en 2016 en ocasión de la visita de Horacio Marciano Cantero al club)

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