Ambiente protegido
Las islas de biodiversidad son espacios donde se siembran o plantan especies autóctonas que contribuyen a la restauración ecológica del medio natural. Dan alimento y cobijo a la fauna, potencian la flora autóctona, ayudan a polinizadores, insectos y micromamíferos, y refuerzan las comunidades de aves.
Son grandes aliadas en zonas agrícolas y urbanas para especies que están perdiendo sus hábitats y que ven disminuir sus poblaciones
En tierras de cultivo y zonas deforestadas, las islas de biodiversidad cubren de vegetación espacios baldíos y ayudan también a frenar el desgaste del terreno y a fijar carbono y materia orgánica, mejorando la fertilidad del suelo.
Capital ya tiene la suya
La primera isla de biodiversidad de la Ciudad de Mendoza está ubicada en la plaza Independencia y fue inaugurada como parte del Día Internacional de la Diversidad Biológica, que se celebra cada 22 de mayo.
La empresa Holcim fue quien donó parte de los ejemplares que fueron plantados. Esta acción se enmarca en la Estrategia de biodiversidad urbana 2030. 
Esta iniciativa municipal apunta a la intervención de los espacios públicos de la Ciudad para beneficiar la renaturalización del paisaje del ecosistema urbano y la generación de nuevos hábitats benéficos para la biodiversidad.
La acción que se realizó, y que se seguirá activando durante el transcurso del año, se basa en el desarrollo de nuevos sitios dentro de los espacios verdes públicos de la Ciudad de Mendoza. Estos deben contener flora nativa de bajo consumo hídrico y que sea atractiva de biodiversidad positiva para la calidad ambiental de la Ciudad.
La consigna de este proyecto es integrar la conservación de la biodiversidad en el desarrollo de políticas públicas de gestión que mejoren los ecosistemas naturales urbanos, aportando soluciones basadas en naturaleza y su relación de pertenencia con las personas.
La emergencia climática global es un tema que está en la agenda actual de Capital y la biodiversidad es importante para que la Ciudad funcione ambientalmente de un modo más sostenible.
Esta iniciativa se alinea con la meta 12 del Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal, del Convenio de la Diversidad Biológica y la estrategia de Naciones Unidas.
Paso a paso de una bioisla
- Se quita la maleza, se limpia la parcela y se retiran los restos para que no se enrede con la maquinaria que se va a utilizar a continuación para preparar el suelo.
- Una vez delimitada la zona destinada a la isla de biodiversidad se realiza una primera pasada de laboreo (en este caso, con motoazada) para abrir la primera capa de suelo para descompactarlo y que el agua de la lluvia se infiltre mejor.
- Se vuelve a pasar la máquina, esta vez profundizando hasta los 10 -15 centímetros, para facilitar el establecimiento de las primeras raíces que emerjan de las semillas.
- El desbrozado es selectivo. Se respeta la vegetación autóctona de interés. Antes de retirar las piedras grandes se comprueba si debajo hay comunidades de artrópodos viviendo o hibernando. En caso de que sea refugio para estas especies se las deja como están.
- Se dejan las islas de biodiversidad lo más limpias posible para la siembra, ya que con menos piedra las plantas se establecerán más fácilmente.
- Llega la hora de sembrar. Las semillas se reparten de manera uniforme por toda la isla con ayuda de arena. Ésta se usan como medio (ayuda a un reparto homogéneo de la semilla por toda la isla), ya que no altera la estructura del suelo ni provoca modificaciones de ninguna clase. El reparto de semillas se realiza con el método de “siembra directa y a voleo”, buscando imitar a la naturaleza.
- Se realiza un rastrillado suave para enterrar la semilla. Detalle importante: no se debe pisar el terreno labrado para no compactar la tierra.
- Dar un riego final de implantación para asentar el terreno.
- Colocar un cercado alrededor para evitar que los animales se coman las plantas o las dañen una vez empiecen a brotar.
